Mi esposa y yo estuvimos en el Pacífico Sur sin internet, sin DVDs y sin televisión. Uno de los lugares a los que viajamos fue la pequeña isla de Tikehau, una hermosa barrera de corales. No exactamente la isla de Tikehau, sino  en una islita aún más pequeña en las cercanías, que no tiene autos y en total tendrá una población de 80 personas.

Ella leyó «Guerra y Paz”, un libro de Tolstoi de unas 2000 páginas, mientras que yo me dediqué a cumplir un objetivo mucho más modesto: leer el libro “Breve Historia de Casi Todo”, de Bill Bryson, de sólo 600 páginas. Para mi, leer un libro tan extenso resulta tan difícil como escalar el Aconcagua, porque ahora la mayoría de las cosas que leo lo hago desde Internet, y raramente agarro algún libro. ¡Y menos si tiene 600 páginas!

De todas formas, en parte por la falta de alternativas y principalmente porque lo encontré fascinante, terminé todo el libro. ¡Y definitivamente lo recomiendo! No voy a resumir su contenido entero, pero sí escribiré algunos de sus comentarios al azar, en parte inspirado por el mismo libro y en parte por mi propio pensamiento sobre el Pacífico Sur.

Hace dos años escribí un artículo titulado “Programando a los Humanos durante las Vacaciones”, en el que argumentaba que descifrar el genoma humano constituía el primer paso de un arduo proceso para entender la genética. Decía que mientras algunas personas temían que el hecho de experimentar con genes se daría en unos pocos años, mi pensamiento era que probablemente estamos a un siglo de distancia de poder cambiar los programas genéticos de los seres vivos, siendo el primer objetivo el de revertir el proceso por el que envejecemos.
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