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Durante mi estadía en Estados Unidos me he reencontrado con el increíble mercado americano. El sueño del consumidor empedernido. La verdad que teniendo cerca de mi casa el centro comercial más grande de Europa (el complejo Plaza Norte) creía que en España habíamos llegado al nivel de consumismo que existe en Estados Unidos. Pero al venir a USA me di cuenta que me había equivocado, que me había olvidado de la cantidad de opciones que tienen los consumidores en este país. Se nota en las calles, en los supermercados, en los centros comerciales, en las librerías, en los kioscos de diarios, en los restaurantes, en todos lados… Esto me ha hecho pensar una vez más en las diferencias que existen entre España y Estados Unidos. Y me aventuré un poco a estudiar dónde es que tienen más opciones los consumidores para ver si mi sensación de que en Estados Unidos hay muchas más opciones es realista o no.

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Viví 18 años en NYC pero desde el 95 que vivo en Madrid. Ahora estoy pasando 3 semanas en Estados Unidos y me había olvidado de lo peligrosa que es la vida en esta región de Estados Unidos. Viviendo en Madrid o en toda España la gente pierde noción de lo que son los peligros de la naturaleza. En España no hay huracanes, ni tornados, ni terremotos y desde que vivo ahí no recuerdo ningún problema grave relacionado a la naturaleza. Pero estoy en NYC hace 3 dias y los problemas se multiplican. Esta mañana hubo tornados cerca de donde tengo una finca en Long Island. Y no solo eso, se incendiaron 6 casas en la región debido a tormentas eléctricas (no entiendo como en Estados Unidos la mayoría de las casas no tienen pararayos). Además hace un par de horas no lejos de mi piso en Manhattan explotó uno de esos tubos que llevan vapor que mostré en el video de hace dos días y causó un muerto y 26 heridos. Y para colmo, esta mañana a eso de las 5 cuando los truenos explotaban de una manera que no recuerdo nunca haber escuchado en España, yo me desperté con una pesadilla de esas que se tienen cuando uno está medio despierto, medio dormido en la que soñé que Al Qaeda había hecho explotar una bomba atómica en esta ciudad.  Y lo peor es que aunque la pesadilla suene absurda no solo es esta parte del mundo víctima de una meteorología extrema, de muchísimo calor en verano y un frío increible en invierno sino que es también víctima de todo el terrorismo islámico que sueña con seguir causando daño a una ciudad que curiosamente vota en contra de Bush sin éxito hace 8 años (Manhattan fué atacada en 1993 y 2001 por terroristas islámicos).

Este sábado tuve la rarísima oportunidad de almorzar junto a Warren Buffet y su esposa Astrid y a Bill Gates y su esposa Melinda. Mientras mi esposa y yo comíamos con ellos recordé que ya no son ellos los dos hombres más ricos del mundo. En Marzo de este año, la revista Forbes – que cada año realiza un listado con las grandes fortunas del planeta – destacó a Carlos Slim como la segunda persona más rica de la Tierra. Slim desbancó de ese lugar, después de siete años, al estadounidense Warren Buffet. Ahora, según la revista Business Week, la fortuna del magnate de las telecomunicaciones ya alcanza los 67.800 millones de dólares, contra los 59.000 millones del fundador de Microsoft. Parece ser que la fortuna de Carlos Slim superó a la de Bill Gates y lo puso en el lugar que Gates ha mantenido por algún tiempo: el del hombre más rico del mundo. La revista Forbes difundirá su ranking actualizado en Septiembre, pero me interesa mucho esta historia. Porque creo que si bien puede ser un orgullo para México tener a la persona que a creado la mayor fortuna del mundo trabajando desde México, la historia de Slim puede ser considerada como una prueba de dos desgracias mexicanas: la pésima distribución de la riqueza y la capacidad de Carlos Slim para alcanzar con Telmex un nivel monopólico que causa un enorme daño a los consumidores mexicanos.

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En este video en inglés mi hijo Tom y yo caminamos por Times Square charlando sobre el futuro de la Xbox 360.

En este video muestro un restaurante mexicano que me pareció especialmente atractivo como concepto de comida rápida. Salvo el tema de los hoteles, que es aún muy caro en euros, comer en Manhattan para los europeos es ahora muy accesible. En Chiplote y otros restaurantes con mucha onda se puede comer bien por 8 euros por persona. Si pienso en cómo yo viajaba cuando era estudiante, que era quedándome en casas de amigos, se puede estar en NYC muy bien gastando 50 euros por día y con eso desayunar, almorzar, cenar y moverse por la ciudad. Y todos los productos son más baratos en NYC que en España, con esto me refiero a ropa, aparatos electrónicos, juguetes, y demás artículos que compran los turistas.

Muchos fuera de China, y especialmente en USA creen que este país es un peligro para el mundo. Especialmente, porque China ha aumentado y sigue aumentando enormemente su gasto militar y porque han avanzado muchísimo en tecnología militar (recientemente tiraron un satélite con un misil). Yo creo que el verdadero peligro que representa el desarrollo chino tiene otras raíces: China es un peligro para el mundo porque, en su desenfrenado crecimiento, está malgastando los recursos naturales del planeta.
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Ayer en Nueva York comimos con mi amigo Daniel Lubeztky. Pero Dani tuvo que venir solo, su novia, que es médica, acababa de terminar una jornada de trabajo de 30 horas seguidas y estaba durmiendo al mediodía.   Esto me hizo reflexionar sobre dos cosas: (1) el hecho de que en Estados Unidos parece no haber límites a la cantidad de horas que una persona puede trabajar, y (2) la generalización de horarios perversos en la medicina.

Estados Unidos es el país industrializado que más horas trabaja. En 2000, los estadounidenses trabajaron 1.978 horas anuales por persona, lo que supone un incremento de casi una semana laboral en los últimos diez años y de dos semanas largas con respecto a 1980. En suma, ahora trabajan 49 semanas y media al año, 40 horas a la semana. Este incremento de la jornada laboral es contrario a la tendencia en los otros países industrializados, donde se ha recortado la jornada en los últimos años. Así, en Europa no se trabaja tanto como en Estados Unidos desde mediados de los años 60, y en 1990 los japoneses trabajaban más horas al año (2.013) que los estadounidenses (1.943). Ahora, los norteamericanos trabajan 137 horas al año más que los japoneses (unas tres semanas laborales y media más); alrededor de 260 horas (unas seis semanas y media) más que brasileños y británicos; y 499 horas (doce semanas y media) más que los alemanes.

Hay quienes dicen que esto se debe a que los trabajadores se esfuerzan en todos los casos. Así, en los momentos de expansión las empresas exigen más trabajo a sus empleados, y en las recesiones, cuando hay despidos y trabaja menos gente, los trabajadores dedican más horas para mantener el empleo. Incluso muchos piensan que los estadounidenses trabajan demasiado y que deben adoptar las políticas laborales europeas ( por ejemplo, la mayoría de los europeos gozan de vacaciones entre cuatro y seis semanas al año, comparado con 1,5 a 2,5 semanas en Estados Unidos). Está claro, además, que la mayor parte de las familias estadounidenses tienen ingresos que aumentan por debajo de la inflación y que para compensar esta pérdida de poder adquisitivo tienen que trabajar más duro y durante más horas que sus padres y sus abuelos. Y se sabe que existe una relación directa entre la legislación laboral y la jornada de trabajo. Y que en países como Estados Unidos, en los que existe menor regulación, los trabajadores alargan sus jornadas más de lo habitual.

Pero el hecho es que, sea por lo que fuere, esta costumbre tiene graves consecuencias en términos de la seguridad de los trabajadores. Porque está comprobado que los accidentes de trabajo están más relacionados a la cantidad de horas trabajadas que al tipo de trabajo realizado. Es decir, que la fatiga y el estrés acumulados durante la jornada laboral afectan la salud de las personas y las condicionan a tener más errores y accidentes. Los trabajadores que hacen horas extras, por ejemplo, son un 61% más propensos a sufrir heridas o enfermedades. Y las jornadas que se prolongan más de 12 horas diarias aumentan las posibilidades de lesión más de un tercio. Las horas acumuladas también cuentan, ya que si una persona trabaja 60 horas a la semana su riesgo de enfermar es un 23% mayor.

Lo insólito es que esto sea obviado en la medicina misma. Porque en Estados Unidos  los residentes llegan a trabajar hasta 30 horas de corrido. Este es el caso de Michelle. Lo peligroso es que, a diferencia de otros oficios y profesiones, en la medicina el cansancio no sólo afecta la salud de los médicos sino que pone también en juego la seguridad de los pacientes. Justamente me contó Dani que el último paciente de Michelle al final de sus 30 horas fué un enférmo cardíaco que sufría un infarto.  Un estudio realizado en Estados Unidos asegura, por ejemplo, que las jornadas prolongadas que suelen realizar los médicos internos provocan una incapacidad similar a la producida por el consumo de entre tres y cuatro bebidas alcohólicas. Pero la legislación establece un límite de ochenta horas semanales para los médicos internos. ¡Esto es 16 horas por día u casi 12 horas por día sin fines de semana!

Pero en el caso de la medicina Estados Unidos no parece estar solo.  En España,  una encuesta realizada en 2005 por la Asociación Española de Médicos Internos Residentes (AEMIR) reflejaba que más de la mitad de los residentes no libraban nunca después de realizar una guardia, por lo que llegaban a realizar jornadas de hasta treinta y dos horas sin prácticamente descansar. El 18% admitía que durante estas largas jornadas utilizaba fármacos de forma sistemática para evitar el sueño, un abrumador 60% de los médicos encuestados decía haber cometido algún error grave en el ejercicio de su profesión a causa de la fatiga, y el 34,7% aseguraba haber sufrido algún accidente en la carretera tras finalizar la guardia. No estoy al tanto de cómo es la situación en este momento, pero a fines de 2005 no existía regulación alguna de las condiciones laborales de los programas de médicos internos residentes. Y si bien los sindicatos médicos y AEMIR exigían que se cumpliera la directiva europea que obliga a librar tras una guardia, no todos los hospitales aplicaban esta medida.

En este sentido, las largas jornadas de trabajo no sólo son de insalubres para los trabajadores sino que pueden resultar peligrosas para otras personas. Pensemos, por ejemplo, en los servicios de transporte público, donde la vida de muchas personas dependen de la calidad del trabajo de unas pocas. Pero, además, pueden llegar a considerarse injustas y en muchos casos inmorales. Según los datos proporcionados por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), más de 600 millones de trabajadores (el 22% de la fuerza laboral mundial) tienen jornadas de duración «excesiva» y 5 mil personas mueren diariamente en el mundo a causa de accidentes laborales o enfermedades relacionadas con el trabajo (lo que da un total de casi 2 millones por año). Además, los accidentes laborales le significan a la economía mundial una pérdida aproximada de 1,2 billones de dólares, monto que equivale al 4% de la riqueza del mundo y que es 20 veces superior a toda la ayuda oficial que el mundo destina a los países en desarrollo. El 4% del Producto Bruto Interno (PBI) mundial (1.251.353 millones de dólares) se pierden anualmente por los costos de ausencias de trabajo, tratamientos de enfermedades, las incapacidades y las prestaciones de sobrevivientes que originan las lesiones, las muertes y las enfermedades que pueden ser evitados. Me gustaría saber si hay errores cometidos en la medicina que podrían no suceder si los residentes trabajaran con horarios lógicos.

Conclusión:  así como me parece absurda la legislación francesa que obliga a trabajar 35 horas semanales creo que trabajar 80 puede ser improductivo y peligroso.  Para mi lo mejor es que la gente pueda negociar en su trabajo con mucha flexibilidad de horario lo que quiera con su empleador algo que en la España del enorme desempleo o en la Argentina del enorme desempleo no se podía hacer pero que algunos empleados pueden hacer cada vez más.  En mis empresas he negociado todo tipo de arreglos incluyendo trabajo por objetivos y no por horas.

En este video hablo de las dificultades de los norteamericanos para tratar los temas medioambientales.

En este video hablo sobre mis conversaciones con Alex Zubillaga de Warner Music y la curiosa razón de por qué el gobierno chino colabora con las empresas de contenidos norteamericanas para combatir la piratería.  También hablo de los paseos en bicicleta con Michael Dell y Sergey y de como nos terminó dando caña Michael.  Advierto que es largo y puede resultar aburrido.

La última moda de los taxis de Nueva York son estos sistemas de navegación y entretenimiento que enseño en el video.