Bueno, finalmente lo hice. Después de tantos años en los que me ofrecieran invertir en cine o teatro, decidí probar mi suerte en este rubro. No lo hice tanto por amor al dinero, sino por amor al arte.

La propuesta vino por parte de mi amigo Pablo Larguía, que había comprado el Teatro Lara y le faltaban fondos para reformarlo y producir su primera obra: La Curva de la Felicidad. Me contagió su entusiasmo e invertí en el proyecto hace unos meses. Anoche fue el estreno de esta comedia y debo reconocer que no iba con mucha confianza.
Leer Más