2011 12
Reunión con la Editorial Planeta o cómo volver a los 17
Publicado por MartinVarsavsky.net en General con Sin Comentarios
Acabo de estar reunido con Roger Domingo Anzizu de la Editorial Planeta. Él mismo me pareció una persona inteligente, informada y simpática. La idea es escribir un libro sobre cómo transformar ideas en empresas y publicarlo con ellos. Pero grande fue mi desilusión cuando me enteré que los libros más exitosos de negocios no llegan a vender 10.000 copias y lo normal son unas pocas miles. Esto me hizo pensar en dos cosas: una, lo poco importantes que son los negocios en España para el público en general, algo que no debería sorprenderme teniendo en cuenta el 30% de paro juvenil y la incapacidad del público local en relacionar la falta de creación de empresas con el paro; y dos, me hizo cuestionar el enorme esfuerzo que significa escribir un libro, comparado con la mínima divulgación. Especialmente teniendo en cuenta que un artículo como el que escribí ayer sobre Bill Gates y Steve Jobs es leído por unas 15 mil personas y que este blog es leído por mas de 100 mil. Claro que un libro es un libro pero igualmente, 5000 ejemplares es muy poco.
Entonces se me ocurrió escribir un libro diferente. Algo autobiográfico. Lo curioso es que yo ya escribí mi autobiografía, pero sólo de cuando tenía 17 años. La voy a republicar aquí en este artículo. Creo que cuando la leas entenderás que si logro escribir algo con este espíritu pero que cuente mi vida de los negocios, que contenga muchas anécdotas como la del artículo de ayer sobre Steve Jobs, voy a poder lograr mi objetivo, y es que mucha más gente quiera ser emprendedora y que logren de esa manera ayudar a aliviar el desempleo y la pobreza, que son la plaga del mundo hispano.
Aquí va mi autobiografía de los 17:
«Cuando tenía 17, en 1977, estaba de moda una canción que se llamaba, Volver a los 17. La cantaba Mercedes Sosa. En ese entonces yo estaba de ida a los 17. Pero hoy, gracias a una entrevista que me hizo el periodista Andres López, de Clarín, titulada «Mi Primer Empleo», tuve que volver a los 17 para recordarlo. Este inocente viaje en el tiempo se apoderó de mi vida. El resultado es el primer artículo en estilo autobiográfico de este blog. Lo que sigue es el relato de mi vida desde septiembre de 1976 a septiembre de 1977.
Primero el entorno. Yo, con mis 47 años, me voy a navegar en familia a la Isla del Aire en Menorca. Cuando estoy regresando mi ayudante me dice que me toca hablar con un periodista que está en otra isla del Aire, la de Buenos Aires. Atiendo la llamada y el periodista me pide que hable sobre mi primer empleo. Es ahí que empieza el viaje a los 17. El me pide «Volver» y yo vuelvo con una intensidad que hace casi tensa la conversación con el entrevistador. En ese momento, gracias a la mezcla de lo más moderno, el móvil, con lo más antiguo, la memoria, vuelvo a los 17 y me siento invadido por la tristeza y una emoción profunda. A duras penas logro terminar mi entrevista tratando de enfocarme en el tema del primer empleo, ser aprendiz de carpintero en un astillero de San Martín en las afueras de Buenos Aires. Concluyo la entrevista y me siento obligado a escribir la historia del año más importante de mi vida en mi blog. Al hablar de mi primer empleo me doy cuenta que no puedo hacerlo sin relatar los tristes hechos de la dictadura militar, de los años en los que fueron secuestrados y asesinados amigos y familiares queridos. Años de adolescencia donde a las primeras relaciones amorosas les tocaron convivir con los primeros duelos sin funeral, porque así era la historia de los desaparecidos. Morían… sin funeral.
Todos tenemos años que marcan un antes y un después en la vida. Para mi sin duda fue el año comprendido entre septiembre de 1976 y septiembre de 1977, de mis 16 a mis 17.
Hasta 1976 mi vida fue la de un chico de clase media, hijo de profesores, que vivió siempre en el mismo departamento en la Avenida Las Heras 1975, 6A. Pero el año 1976, el año en el que yo decía que vivía en Las Heras «el año pasado» fue tan lleno de descubrimientos, maravillas y horrores que fue mi propio antes de y después de por el resto de mi vida. Si tuviera que decir exactamente cuando comenzó a descarrilarse mi vida de adolescente, diría que fue en marzo de 1976, cuando Jorge Rafael Videla se hizo con el poder en Argentina y el país –que ya venía mal luego del desastre que había armado el patético líder Juan Domingo Perón al dejar a su esposa en el gobierno antes de morir–, se puso mucho peor.
Como todas las tragedias, el fin de la década del 70 en Argentina que concluyó con una enorme ola de terrorismo de estado (sí, la peor pesadilla, los asesinos son tus gobernantes) tuvo muchas causas. El resultado fue la tormenta perfecta que causó la muerte de decenas de miles de inocentes en manos del gobierno. Entre ellos mi primo David Horacio Varsavsky, secuestrado y asesinado por el gobierno de Jorge Rafael Videla en el barrio de Belgrano, en Buenos Aires, el 16 de febrero de 1977. Su muerte, y la temprana muerte de mi padre en un avión que volaba de Estados Unidos a la Argentina fueron los dos golpes más duros de mi vida.
Los simpatizantes del gobierno de Videla –que representarán hoy quizás un 10% del electorado argentino–, dicen que la entrada de los militares en el gobierno se debió a dos razones. En primer lugar debido a la incompetencia de Isabel Perón y, en segundo lugar, para luchar contra el terrorismo de izquierda. Mi opinión es que, aunque efectivamente Isabel Perón era una incompetente, quizás no lo era tanto como su marido que la dejó en el poder (la gente que hoy gobierna la Argentina sigue llamándose peronista y cantan una ridícula marcha idólatra a su persona al mejor estilo fachista), y aunque el terrorismo efectivamente existió y se calcula que causó unas 400 víctimas mortales, el terrorismo de estado del gobierno de Jorge Rafael Videla es absolutamente injustificado y causó más de 30 mil víctimas tan inocentes como mi primo. Lamentablemente fue durante esa ola de terrorismo de estado que a mi me tocó descubrir la vida.
Mis 16, como dije, venían tranquilos hasta que los militares no solo derrocaron a la democracia y asumieron el poder en el país, sino que con una capilaridad política inexplicable asumieron el poder en mi colegio secundario, el Nicolás Avellaneda, ubicado en El Salvador entre Fitz Roy y Humboldt. Sé que a mis lectores en Europa o Estados Unidos les puede resultar difícil creer que un gobierno militar pudiera llegar hasta tal punto de control de querer poner militares a dirigir los colegios, pero así lo hicieron. Y lo primero que hizo el militar que vino a mi colegio fue decidir a que estudiantes asesinaba y a cuales simplemente expulsaba del colegio. Me pregunto como un hombre adulto, con sangre fría, podía sentarse en una mesa y decir, a este chico lo matamos, a este lo rajamos (expulsamos), a este lo dejamos. Y quizás hoy estoy vivo porque en esa mesa alguien dijo «a Varsavsky lo rajamos» y no dijo «Varsavsky es boleta».
¿Cuál podría haber sido mi delito? Probablemente haberme declarado públicamente un socialista democrático (mi país más admirado en ese entonces era Suecia) y quizás por haberme declarado también anti peronista, terminé entre los expulsados y no metido en un avión con un cura que me daba el pésame en vida mientras unos militares me drogaban y me tiraban en medio del mar para que mi cadáver nunca fuera encontrado (sí, los curas apoyaban a los militares en el asesinato y así se supone que murió mi primo, en un «vuelo de la muerte»). Algunos de mis pobres compañeros comunistas o peronistas no tuvieron la suerte de solo ser expulsados y fueron brutalmente asesinados, así como los de otros colegios como el Nacional Buenos Aires o el Pellegrini.
Recuerdo el día que mi madre recibió un llamado del colegio que decía que yo no podía ir más porque había «militado». En la Argentina obsesionada con lo militar, militar curiosamente quería decir estar en el ejército y pertenecer a una organización política, una gran confusión. Todo era militar o militar. Yo, como buen adolescente, no tenía miedo, nada de miedo. Yo, como buen adolescente, sólo tenía furia, mucha furia. Entonces hice un plan: averigüé que había una manera de no ir al colegio pero sí graduarse, que consistía en «dar el año libre». Para dar el año libre había que presentarse únicamente durante la semana de exámenes. Y eso es lo que decidí hacer. Como no podía ir al colegio iba a la Biblioteca del Ministerio de Educación, el mismo en el que ahora se hacen las reuniones de Educ.ar, emprendimiento social creado por mi fundación. Pasaba horas y horas en esa biblioteca estudiando las 22 materias que tenía que dar libres, las 11 de cuarto y las 11 de quinto. Mi madre trataba de convencerme para que fuera a otro colegio, para que no diera el año libre, pero yo ya estaba decidido a hacerlo.
Mis padres ya estaban separados. Mi madre vivía en Recoleta y mi padre en Belgrano, en Teodoro García y Arribeños, y durante una noche de discusión, luego de pasar el día en la biblioteca, mi madre me dijo que si seguía con mi plan de dar el año libre me echaba de mi casa, que me fuera a vivir con mi padre, que había alternativas mejores como ir a otro colegio, que no hacía falta irse de la Argentina, que la cosa no estaba tan mal y que ella me sugería seguir mi vida con normalidad. Yo traté de hacerla razonar pero no pude. Mi madre, como la gran mayoría de la gente en el Buenos Aires de entonces, simplemente no se podía imaginar que el asesinato en masa que estaba ocurriendo no se limitaba a los terroristas. Pero no pude llegar a un compromiso y al desobedecerla me tuve que ir a lo de mi padre, con mucho dolor. Así se sumaban las expulsiones, la del colegio, la de mi casa de mi infancia, y mi adolescencia, tan armada hasta entonces, se derrumbaba mes a mes.
Mi primer intento de formar una relación amorosa también fue un fracaso. Mi novia de ese momento sufrió un durísimo golpe cuando su hermana fue secuestrada por los militares. Ella vivía en la esquina de mi casa. Recuerdo el horror de sus padres, su miedo permanente. Para ir de Teodoro García y Arribeños, donde vivíamos nosotros, a Teodoro García y Villanueva, donde vivía ella, había que recorrer 100 metros. Pero esos 100 metros estaban plagados de peligros. El horror fue una noche cuando un representante del gobierno militar apareció de improviso a negociar con el padre de mi novia para que él les entregara el hijo en vez de la hija, ya que se «habían equivocado». Yo estaba por subir a su departamento pero di la vuelta al ver los coches militares abajo. Mi novia era la tercera hija, sufría pensando que la próxima en ser secuestrada era ella. Pero el padre, nunca supe bien como, logró lo que casi nadie consiguió en Argentina y fue que su hija fuera liberada de un campo de detención y reapareciera con vida. Aunque fue maltratada, torturada y abandonada en medio del campo en Santa Fé, pudo rearmar su vida y hoy en día es médico, es feliz, vive en Madrid y está casada con su novio de esa época, también médico.
Pero mi primera relación amorosa terminó así abortada, sin concluir, de un día para otro, porque apenas liberaron a la hermana de mi novia toda la familia se fue a España. Yo estaba feliz por ellos, pero sentía que al reaparecer su hermana, «desapareció» mi novia. Lo que hoy no entiendo mirando hacia atrás es cómo viendo la evidencia, viendo todo lo que pasaba, no nos escapamos con mi familia a finales del 76. Cómo no evitamos el secuestro y asesinato de mi primo, David Varsavsky, que vivía en Federico Lacroze, también muy cerca de nosotros. Cómo esperamos medio año más. Pero no, lo loco es que cuando los militares vinieron en febrero del 77 a buscar a mi primo, mi padre Carlos Varsavsky, una de las personas más inteligentes que conocí en mi vida, reaccionó con calma y creyó que mi primo aparecería con vida «cuando los militares vieran que David no estaba metido en nada». Así que primero nos quedamos «para ver si mejoraba la cosa», luego nos quedamos «para estar cuando lo suelten a David», y al final nos escapamos cuando vimos que gente querida y conocida seguía desapareciendo como cubitos de hielo en un día de calor. Pero yo sigo pensando en cómo mi padre que era judío no se dió cuenta que esto era como otro holocausto. Su error me hace recordar al poema de otro Martín
«Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista.
Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío.
Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante.
Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada».
Aunque este poema se refiere a los Nazis, bien puede contar la historia de los desaparecidos de Argentina detallada en el libro Nunca Más.
Pero como estaba relatando, durante el 76 nos quedamos y yo di exitosamente mis exámenes durante diciembre de ese año. El tema de rendir los exámenes para mi fue una lucha cargada de emociones. Los profesores sabían quien era yo, sabían que me habían expulsado y simpatizaban conmigo. Pero el nivel que hay que tener para poder «dar un año libre» era muy alto. Cada examen era un oral y un escrito en el que te podían preguntar cualquier cosa del programa, hasta lo que ellos mismos no tenían tiempo de enseñar. Lo absurdo de todo esto es que como tengo muy buena memoria aún hoy recuerdo con bastante detalle lo que tuve que aprender, temas insólitos de la historia argentina, que es como una película de Hollywood al revés, que empieza bien y termina mal. Al terminar de dar los exámenes y aprobar no solo me sentí contento, sino que disfruté de la primera «venganza» de mi vida. En mi pequeña medida había triunfado contra el coronel que dirigía el Nicolás Avellaneda: estaba vivo y me había graduado del colegio que me había expulsado. De esta experiencia aprendí que hasta de las situaciones más horribles se puede sacar provecho. Y apenas aprobé hice mi solicitud para entrar a New York University, donde mi padre estaba tratando de conseguir un puesto de profesor para que todos pudiéramos emigrar y él tener un sueldo. Una vez hecho esto organizamos con mis amigos más queridos un viaje a Brasil, que para los adolescentes argentinos era la tierra prometida.
A veces me pregunto si para gozar es necesario sufrir. Si gozar es un sentimiento absoluto o relativo. Porque si no, me cuesta entender cómo escapados de un ambiente tan terrible los 5 amigos que fuimos a Brasil nos divertimos tanto. Y recorrimos este país «mais grande do mundo» kilómetro a kilómetro. El viaje a Brasil fue todo para nosotros. Las argentinas eran, y siguen siendo, mucho más difíciles para ligar (seducir) que las brasileñas. Viajábamos en auto stop (a dedo) o en autobús, y donde sea que íbamos encontrábamos garotas, garotas y más garotas. El colmo fue una vez afuera de Florianópolis, que nos dividimos en dos grupos para hacer dedo hacia San Pablo y terminamos en un cruce en la ruta en medio de la nada a la puesta del sol. Cuando estábamos armando la carpa (tienda de campaña) desilusionados, listos para dormir ya que hacer dedo de noche era inútil, aparecen dos garotas del otro lado de la ruta, también haciendo dedo. Nos miramos, nos reímos, las invitamos a nuestra carpa y terminamos los cuatro enrolladísimos. El único pudor era hacer turno para usar la carpa, porque eran hermanas. Así era Brasil: libertad, sexo, carnaval, todo lo opuesto al horror, al estado de sitio que vivíamos en Argentina, donde te podían detener en cualquier momento, donde la gente moría porque descubrían «El Capital» de Marx en su casa, donde el tema no era el sexo, sino pasar a la clandestinidad para seguir vivo.
Recuerdo que sobreviví en Brasil de fin de diciembre hasta marzo con $200 dólares. Dormíamos en la playa o en los bancos de las plazas y a veces viajábamos juntos, a veces separados, porque era más fácil que te llevaran solo que en grupo. El Brasil de esa época no era como el de ahora, en el que los asesinatos son tristemente el pan de cada día (yo mismo presencié el asesinato de un adolescente en Copacabana en el 2001). Algún día alguien me contará cómo fue que Brasil pasó a ser el país increíblemente violento e inseguro que es ahora, porque en esa época, para nosotros, era un paraíso de tranquilidad, hasta el punto que vivíamos hablando con extraños, haciendo dedo, confiando en la gente y comiendo menús populares en restaurantes de pueblo (siempre mandioca, arroz y pollo).
Pero Río de Janeiro, que tenía que ser la coronación de nuestro viaje, puso a toda la «barra» (pandilla) en apuros al enamorarnos todos de una chica llamada Isabella que nos invitó a quedarnos en su lujoso departamento de Leblon, aprovechando que sus padres estaban de viaje. Me acuerdo lo increíblemente hermosa que era Isabella y cómo mis queridos amigos (aún hoy no pasa una semana sin que nos escribamos todos por internet) se transformaron en peligrosos rivales. Lo peor era que cada uno de nosotros creía haber tenido un triunfo. A mi me besó cuando salí de la ducha, eso lo sé, y yo estaba convencido que estaba conmigo, pero cuando me enteré que Martin B y Roddy parecían tener trofeos similares me agarró un ataque de celos. La situación se puso insostenible y no se cómo me rayé (piré) y decidí seguir el viaje solo con el objetivo de llegar a Salvador de Bahía (o Bahía como decíamos nosotros), ya que me había enterado que mi tía Ruth, la hermana de mi madre, y mi tío Carlos, se habían escapado ahí. Pero nunca me olvidé de Isabella y ese es el nombre de mi segunda hija, que es tan hermosa como la Isabella original. No tengo claro si esto es una casualidad.
Mis tíos Ruth y Carlos fueron de los centenares de miles que no murieron en manos de los militares, sino que emigraron, como terminamos emigrando nosotros. La mayoría a España, México, Brasil, Venezuela, Italia y Estados Unidos. El caso de ellos era el siguiente: un ex novio de mi tía simpatizaba con los Montoneros y la ex esposa de mi tío con el ERP. Se que suena tirado de los pelos que alguien que tuviera un ex novio simpatizante de los Montoneros se tenga que ir del país, pero el padre de mi tío, que era general y gobernador de la provincia de Mendoza, les dijo que «estaban en las listas» y que se fueran. Ellos se escaparon y como mi tío era un gran neonatólogo encontró rápidamente un trabajo en un hospital de Bahía y ahí se fueron.
Ahora lo que yo me pregunto es cómo tomaba yo decisiones a los 16 años, porque no recuerdo llamar a mis padres para consultarles si me «dejaban» seguir de Río hasta Bahía (la distancia por tierra entre Buenos Aires y Bahía es similar a la distancia entre Madrid y San Petesburgo). Supongo que mis padres pensaban que yo estaba mejor perdido en Brasil que encontrado (por los militares) en Buenos Aires.
Así fue como seguí solo de Río a Bahía, a dedo. Recuerdo que mi estrategia era no hacer dedo en la ruta, sino ir a las estaciones de servicio y hablar con la gente. Estando con tanta garota había aprendido rápidamente el portugués (cuando hicimos Jazztel de Portugal daba charlas en portuñol y descubrí cuánto más fácil es entender a un brasilero que a un portugués). En general se me daba muy bien pedir que me llevaran. Me imagino que a los 16 años no daba miedo a nadie ni yo tenía miedo a nadie. Era genial vivir sin miedo al crimen, algo que con la enorme inseguridad de Latinoamérica se perdió. Como los viajes en coche eran tan largos el transporte abría camino a la amistad. Una familia, por ejemplo, me llevó hasta Vitoria y cuando llegamos me invitaron a la boda a la que iban. El único recuerdo que me queda de esa boda es la comida, pasé de las garotas y solo quería comer. Se ve que pasaba mucha hambre.
La alegría al llegar a Bahía y ver a mis tíos fue total. Y no solo estaba feliz de verlos y ellos a mi, sino que lo que era increíble de mi vida en esa época es que si no llegaba a Bahía hubiera tenido que mendigar o algo así, porque ya no tenía nada de plata, ni móviles que no existían, ni tarjeta de crédito internacional, ni manera de salir adelante. Así que cuando se abrió la puerta de ese departamento en Ondina me invadió una mezcla de alegría y alivio total.
Quizás la alegría me duró mucho, porque no me enteré que durante mi viaje los militares habían secuestrado a mi primo en Buenos Aires. No se por qué no me enteré, pero creo que fue porque en esa época la primera reacción de los familiares ante un secuestro por parte del gobierno era, absurdamente, confiar en que el gobierno iba a solucionar todo y dejar a la víctima libre. La gente iba a las comisarías, hacía denuncias, y a veces, como en la fábula de Esopo, entraban y no volvían a salir. Las víctimas del aparato represor del gobierno no tenían realmente idea de lo que estaba ocurriendo. La analogía con el régimen Nazi es muy fuerte.
Una de las razones por las que hice Educ.ar en Argentina y Chile 25 años más tarde, fue por mi convencimiento de que si hubiera habido internet los militares de esos países no hubieran podido controlar los medios y matar a tanta gente inocente. Pero en esa época no se sabía nada. Las radios, televisiones, periódicos, estaban todos tomados por los militares que secuestraban, asesinaban, torturaban periodistas disidentes como a Jacobo Timerman, padre de mi querido amigo Javier Timerman. Así fue que, sumido en la inocencia total, ignorante de que durante esos días, mientras yo ligaba con bahianas y hasta trabajaba de guía turístico, mi querido primo hermano estaba siendo asesinado.
En marzo, luego del carnaval y gracias a la ayuda económica de mis tíos, pude comprar un boleto (billete) de omnibus (autobus) y viajar de Bahía a Punta del Este sin hacer dedo. El viaje duró 5 días parando sólo para cambiar de autobus. En uno de esos trayectos conocí a una hermosa brasilera con la que se ve que me enrollé tanto que inclusive en el Brasil del «valetodo» nos hicieron bajar del autobus.
Al llegar a Punta del Este conocí a la que fue mi primera novia, porque la que hubiera podido ser mi primera novia, como conté, se había tenido que escapar a Madrid. Las brasileras nunca llegaron a novias y mi amor por Isabella no había sido correspondido. Quizás por ese tortuoso inicio de vida romántica mi primer enamoramiento fue un romance total, ella tenía 15 y yo 16, pero no recuerdo como teníamos acceso a un coche (creo que algún amigo más grande nos llevaba de un lado para otro) y nos enrollamos no en Punta, sino en La Coronilla. Recuerdo que en ese viaje estábamos con otro chico que luego resultó ser empresario de Internet en Nueva York.
Hay gente que piensa que la virginidad es una sola. Yo creo que hay tres que en general se pierden por separado. Una es la que todos conocemos, la de coger (follar) por primera vez, otra es la de hacer el amor, estar enamorado y follar por primera vez gozando plenamente, y la tercera –que en general llega más tarde– es concebir, hacer el amor con el deseo de ser padres. Yo perdí mi primera virginidad en el sentido estricto de la palabra a los 13 años en un prostíbulo de Punta del Este llamado Hiroshima, que estaba decorado con una bomba atómica que colgaba del techo. Bastante patético todo. Yo era muy jóven y no estaba preparado realmente para el sexo y fué una desilusión. Pero la pérdida de la segunda virginidad compensó con creces al ambiente sórdido de la primera. Fue 3 años más tarde y se ve que los dos estábamos muy listos para amarnos y gozar. La experiencia fue profundamente romántica.
Para los que vivíamos los horrores y el miedo de Buenos Aires y podíamos escaparnos a Uruguay o Brasil –aunque estos países, especialmente Uruguay, también tenían sus dictadores– viajar era estar en libertad. Aunque todos estos países tenían dictadores, estos no se pisaban los territorios. Cada dictador, fuera Pinochet o Videla, se ocupaba de torturar a los suyos. Los uruguayos torturaban a sus ciudadanos, los argentinos a los suyos (aunque los argentinos fueron especialmente sanguinarios y mataban también a bastantes extranjeros, cosa que hizo que los militares argentinos fueran y sean aún buscados por cortes internacionales en muchos países). Es por esto que pese a que Uruguay tenía su dictadura, para mi aún representaba libertad y mi novia y yo podíamos amarnos allí sin problemas.
Sigo sin recordar como me comunicaba yo con mis padres o dónde estaban ellos cuando volví de Brasil a Uruguay. Supongo que en Buenos Aires. Supongo que mi padre, el tío medio adoptivo de David, cuyo padre había muerto de un ataque al corazón pocos años antes en La Patagonia, estaba tratando de averiguar si aún estaba con vida. Pero me entristece no recordar casi ningún trato con mis padres durante ese año.
Lo que sí recuerdo es que la vuelta a Buenos Aires fue un shock. Me enteré de la desaparición de mi primo y me angustié tanto que me enfermé gravemente. Los médicos decían que tenía difteria. Yo no se qué tenía, pero recuerdo dos cosas. Una, que tenía tanto pus en la garganta que me ahogaba y que me daban inyecciones de Keflin. El horror de esta enfermedad duró 2 semanas y bajé 9 kg. Así recibí la noticia de la desaparición de David, con quien me había pasado la infancia jugando y era mi único primo. El que me había enseñado un condón por primera vez y cuando me preguntó que creía yo que era, le dije convencido «un globo de cumpleaños». La otra cosa que me puso especialmente triste al volver a Buenos Aires es que el padre de Rody, uno de mis compañeros de viaje a Brasil, al enterarse que mi primo había sido secuestrado por los militares, le prohibió verme. Rody le obedeció y yo me sentí enormemente traicionado. Esto me causó un profundo dolor. Me sentí un paria, un intocable. Años más tarde lo entendí. Los militares mataban como si lucharan contra una epidemia imaginaria. Ellos jugaban a la mancha, yo te toco, ellos te matan.
Para colmo, y no se bien por qué (se lo podría preguntar ahora a mi madre que tiene 68 años a ver si lo recuerda) pero al curarme mi madre me mandó de vuelta a casa de mi padre donde yo no quería ir. Mientras tanto, como no tenía que ir al colegio y estaba haciendo tiempo para ir a la New York University, donde había solicitado ingreso y me habían aceptado, decidí buscar trabajo. Mi padre planeaba el exilio y su vida era un verdadero caos. Durante el año anterior había corrido regatas en el Río de la Plata y conocido a un armador (dueño de un astillero) a través de mi madre que me ofreció un trabajo de ayudante de carpintero. Lo acepté, ya que mi plan era trabajar en una fábrica y no en una oficina. El plan era en parte ideológico. Yo, como dije, era socialista y creía que los obreros estaban siendo explotados (aún creo que en cualquier mercado laboral en el que hay desempleo los obreros están explotados), pero siendo una persona lógica, recuerdo comentar con mis amigos que era absurdo hablar de la lucha por los derechos de los trabajadores sin haber trabajado nunca. Además, argumentaba que para entender como era la vida de un obrero, había que ser obrero. Así fue que terminé de obrero en un astillero en San Martín, de marzo a junio de 1977. Mis recuerdos de esa época son trabajar mucho, ver mucho a mi novia, tener muchas relaciones sexuales, estar muy enamorado, tener mucho miedo a los coches Ford Falcon que usaban los militares y policías vestidos de civiles, escaparme antes de empezar el servicio militar (porque a mi primo lo habían secuestrado la noche que iba a entrar a hacer el servicio militar), organizar mi vida alrededor del estado de sitio y los toques de queda, y preocuparme por mi hermanastro que se drogaba muchísimo junto a sus amigos y además vendía drogas.
Los días de aprendiz de carpintero eran eternos. El primer día de trabajo el carpintero jefe miró mis manos de pianista (no se tocar el piano, pero todos dicen que tengo manos de pianista) y vi como se dibujaba una sonrisa burlona en la cara de Joe Tenazas (el apodo fue inspiración de mi amigo Max) y me dijo, «pero vos no trabajaste un día de tu vida, ¿no?». Así fue como por falta de experiencia me puso a lijar quillas de veleros y a la semana de lijar quillas estaba que me moría. Claramente la vida de los obreros era una mierda, eso estaba claro, ya lo había aprendido. Pero no renunciaba, seguía lijando quillas esperando la hora de comer el asadito que era el único lujo del obrero argentino. Yo creo que la gente que nunca hizo un trabajo manual, como será el caso de los lectores de mi blog, no saben lo que es lijar una quilla durante las 8 horas laborales seguidas. Aclaro, es simplemente peor de lo que se imaginan. Cuando yo hoy en día escribo artículos diciendo que los franceses son unos ridículos porque limitan la jornada semanal a 35 horas, pienso en trabajos como los que hago ahora y las 70 horas o más que trabajo a veces. Pero entiendo perfectamente como alguien cuyo trabajo es lijar quillas mirando un reloj que se mueve a la misma velocidad que cuando están reparándote una caries, quiera la semana de 35 horas. Es más, entiendo como puede querer cobrar seguro de desempleo y quedarse en su casa. Así fue que en medio de este sufrimiento –donde además de lijar y lijar tenía a Joe Tenazas diciéndome cuán mal hacía mi trabajo (y lo peor es que tenía razón)– cuando un día por la megafonía del astillero preguntaron si alguien hablaba inglés, salí corriendo hacia la gerencia diciendo que sí. Y ese fue mi último día como miembro de la clase obrera, porque con mis 17 recién cumplidos entré en la gerencia empresarial y nunca volví a salir de ahí. El tema fue que no solo empecé a traducir el contrato para que el astillero pudiera construir un velerito de 21 pies, sino que me metí en las negociaciones y terminé sacándole mejores condiciones al diseñador francés, cuyo nombre no recuerdo. Me quedé en la gerencia hasta que me fui a Estados Unidos, e inclusive mi primer trabajo en Estados Unidos mientras era estudiante siguió siendo hacer consultorías para el astillero.
La historia de mi llegada a Estados Unidos también obedece a uno de esos absurdos planes adolescentes que me hacía yo. Todo tenía una lógica en este mundo, donde mi primo había desaparecido de la manera más ilógica. Mi argumento era el siguiente. Me habían aceptado en NYU, en Nueva York, pero yo en vez de ir a Nueva York volaba a San Francisco. ¿Por qué? Porque «¿cómo me iba a ir a vivir a un país que no conocía?». Si ya conocía todas las provincias argentinas menos San Juan y Catamarca (aún no las conozco), tenía que recorrer bien Estados Unidos antes de llegar a Nueva York. Además mi primo no aparecía y mi padre finalmente se había dado cuenta de que la cosa estaba peligrosísima y lo mejor era que nos fuéramos lo antes posible. Lo raro del caso es que aunque una parte del gobierno norteamericano, los republicanos, se dedicaban a entrenar a militares en sudamérica para torturar y asesinar civiles, otra parte, los demócratas, y en nuestro caso el querido senador de Nueva York Patrick Moynahan, nos rescataba y daba a mi padre y a todos nosotros visas de refugiados (hace un par de años pude agradecer a su viuda en una cena en la casa de Jim Wolfenson, que dirigía el Banco Mundial).
Esto quiere decir que no solo me había hecho 8000 kilómetros entre enero y marzo del 77, sino que entre junio y agosto me hice 6000 más. Esta vez viajando de San Francisco a Los Angeles, Santa Fe, Phoenix, El Gran Cañón, Denver, Boulder, Omaha, Des Moines, Toronto, Montreal, las Cataratas del Niágara, y muchos otros sitios antes de llegar a Nueva York. Pero en Estados Unidos no me resultó fácil viajar a dedo. A la segunda vez que un homosexual trató de meterme la mano encima me di cuenta que el sexo en USA no era como en Brasil, y me compré un billete de Greyhound Bus con el que podía cruzar Estados Unidos por solo $75.
El cruce de Estados Unidos fue quizás más interesante, pero mucho menos divertido que el viaje por Brasil. No se trata del idioma, que hablaba bastante bien, sino que la gente en Estados Unidos me parecía rara, no la entendía. A diferencia de Brasil, los autobuses estaban llenos de personajes solitarios, a veces psicóticos. Si en Brasil me invitaban a una boda, en Estados Unidos no me daban absolutamente nada sin pagar, nadie parecía interesarse por mi, me sentía increíblemente solo. Llegó un momento en el que, pese a los horrores que había vivido en Argentina, extrañaba Buenos Aires, donde al ser víctima aún era alguien. En USA no era nadie.
Al llegar a Nueva York me sentí tan contento de ver a mi padre que hasta su esposa, a la que nunca había querido mucho, me pareció simpática y ni hablar de la felicidad de ver a mi hermana Paula. Eran mi familia y estaban ahí, en Grand Central, para recibirme. Así llegué al final de este viaje, que había empezado en la biblioteca del Ministerio de Educación y que terminaba en Nueva York, concretamente en la New York University, en la que estaba por empezar mis clases y mi padre había conseguido un trabajo de profesor. Un viaje al que yo sobreviví y mi primo David Varsavsky no. Mi primo, para el que hice construir en el colegio Toledano de Alcobendas (al norte de Madrid) el único polideportivo donde los chicos que son en su mayoría judíos, juegan todos los días viendo su nombre.
¿Por qué decidí que su tumba fuera un polideportivo lleno de chicos? Porque David solo tuvo infancia. Solo un chico podría entender su vida y sólo los chicos la van a entender. Y decidí que fuera un colegio judío porque aunque David, como yo, no era religioso, los antisemitas que lo mataron no hacen distinciones tan sutiles, ellos odian a los judíos como si fuéramos una plaga. No digo que a David lo mataron por ser judío, porque no lo sé, pero las estadísticas muestran que una persona tenía 12 veces más probabilidad de ser asesinada por los militares si era judía.
En España hubo una persona que entendió muy bien el gesto de hacer un polideportivo en Alcobendas, Alberto Ruiz Gallardón, el hoy alcalde de Madrid. Cuando Ruiz Gallardón era presidente de la comunidad de Madrid, no se cómo se apareció en la inauguración del polideportivo y dio un discurso muy conmovedor. Había estudiado la historia de mi primo David y la relató muy bien. El segundo homenaje a mi primo fue haber hecho Educ.ar. Para mi Educ.ar, aunque no directamente ligado a David Varsavsky, es más que un homenaje, es una estrategia de prevención para que un pueblo no pueda ser tan brutalmente engañado nunca más. Y durante este proceso de reconciliación con la Argentina que tan mal me trató lo que fue emocionante fue el reencuentro con los propios militares, ya reformados en Campo de Mayo. Aunque cueste creerlo, fue el ejército argentino que distribuyó y distribuye las computadoras de Educ.ar . Hay gente que no puede perdonar. Yo sí. Cuando estuve con el comandante Bendini y sus colegas, sentí realmente que el ejército argentino nunca más haría lo que está tan bien descrito en el Nunca Más.
¿Por qué hice tantas cosas por David? En parte porque lo quería como a un hermano. Pero debo reconocer que nunca me quedó claro a qué Varsavsky fueron a buscar los militares cuando se llevaron a mi primo. Y nunca me quité del todo la culpa de si me salvé por estar en Brasil. Porque aunque yo era socialista declarado yo sé que mi primo David era solo un chico que iba al industrial y había aprendido a reparar radios y televisiones para ganar algo de plata. Nada más.
¿Volver a los 17? En mi caso sería increíblemente traumático. Nunca cambiaría mis 17 por mis 47 llenos de felicidad, casado, con 4 hijos, queridos amigos argentinos, españoles y norteamericanos. Los 17 se los dejo a mi hija mayor, que los acaba de cumplir, y que está festejando con 4 amigas de marcha por Ibiza. Esos son los 17, los míos fueron muy especiales, y su historia merece ser contada, pero no se los recomiendo a nadie.»
Sigue a Martin Varsavsky en Twitter: twitter.com/martinvars
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Sin Comentarios
Eduardo Thompson en marzo 12, 2011 ·
Como me gusta lo preciso no entiendo como tenes 47 y tenias 17 en el 77, yo tenia esa edad y ahora tengo 50, no me dan tus cuentas.
Yo hice un viaje muy parecido de enero a marzo del 86 desde Floripa a Recife en colectivo parando en todos lados,
y viviendo el «calor» del pueblo brasileño, luego por trabajo vivi entre el 92 y 93, los conozco bastante bien, y creo que a ningun brasileño le gustaria la version edulciorada que comentan de su dictadura por respeto a los que alli mataron.
No hay dictadura o «dictablandas», todas son espantosas
Saludos
Martin Varsavsky en marzo 12, 2011 ·
escribí el artículo hace 3 años, ahora tengo 50 años 🙂
Williams Molina en marzo 12, 2011 ·
Muy interesante lo que viviste, lo he leído todo, a veces cuando te leo creo que tu vida bien da para una película o un enorme libro.
Me motiva mucho ver que has tenido que pasar por cosas muy duras, que lograste salir adelante y que ahora disfrutas de tu éxito. Pero me motiva mucho mas el hecho que seas de America latina.
Oye por cierto viste que han borrado tu pagina de la Wikipedia?
Saludos
Martin Varsavsky en marzo 12, 2011 ·
¿Borraron mi página en la Wikipedia? No sabía que se podían borrar páginas.
Hector Hernandez en marzo 12, 2011 ·
Estimado Martín,
Son tantas las cosas que quisiera expresar en este comentario. Hace un par de años descubrí tu blog y lo he venido leyendo con regularidad. Los detalles de tu vida que compartes con nosotros me parecen fascinantes. Te estoy enormemente agradecido por todo este labor que desinteresadamente nos permites conocer. Ésta es la primera vez que leo tu autobiografía y aunque ya conocía muchos detalles de tu vida, aún me sigue motivando tu forma de ser, afrontar problemas y seguir adelante.
Te deseo mucho éxito en esta aventura de escribir tu libro, ten por hecho que seré de los primeros en comprarlo.
Saludos, gracias.
Alberto Gonzalez en marzo 12, 2011 ·
Hola Martín. Viendo la extensión de éste relato pensé primero en no leerlo, pero al final sí lo hice. Y para mejor, pues me conmovió, impresionó y me ha hecho conocerte mejor. Creo que ahora me es mucho más fácil entender cómo terminaste siendo la persona de éxito que sos actualmente. Es lógico; la adversidad crea carácter, y cuando logras superar escollos tan traumáticos como sobrevivir a una dictadura militar, creo que eso te motiva a tomar aventuras y riesgos en la vida que de otro modo no harías. Que creo yo es una diferencia fundamental entre la gente que emprende y la que se queda en su «zona de confort». No exactamente las circunstancias, sino el mindset, aunque generalmente ambas cosas van aparejadas.
He estado varias veces en Argentina y he llegado a conocer varios contactos tuyos allá. Sí sabía algo de la historia de la dictadura pero para uno, foráneo, es muy difícil entender o imaginarse el verdadero impacto que eso tuvo en la sociedad argentina de entonces, y los más viejos -obviamente- no quieren hablar de eso. Y mis contemporáneos eran niños para entonces.
Aunque te parezca increíble, yo hubiera querido vivir tantas experiencias juntas a mis 17 como lo hiciste vos. No ha sido sino hasta mis treinta y pico que me he dado cuenta que aunque he procurado conocer más de este mundo en viajes y tengo una trayectoria profesional respetable en mi campo, aún no siento que haya realmente «vivido», no sé si me explico. Aún estoy a tiempo, creo; no tengo compromisos sentimentales y acabo de superar los económicos que tenía. Y a eso me quiero dedicar ahora; a vivir todo lo que, de más joven y por diversas circunstancias, no viví. Crear cosas, emprender sobre ellas, tener más amigos en la Tierra y menos en Facebook. Y así.
Un saludo.
Jose en marzo 12, 2011 ·
Gracias por contar tu historia Martin, ahora me resulta mucho más fácil entenderte. También he tenido novias argentinas y brasileñas, y me han intentado meter mano tios pero no puedo ni imaginarme haciendo un viaje tan largo, es mi asignatura pendiente.
Pepito Jou en marzo 12, 2011 ·
Grande las cronicas de Martin «diarios de bicicleta» Varsavsky desde luego no le envidian nada a las del Che, Que grandes son los viajes por el mundo de joven! (sin los padres). Compraria tu libro si fuera un cruze de lo que te planteas. Que tal explicar como un tipo que salio de la Argentina sin nada, ha hecho lo que tu en tan poco tiempo. Explicandolo a tu manera, con rebeldia, anecdotas y gracia. Nada de americanadas business class (hardvard review o compra este libro y se rico al instante).
PD: vaya anecdotaspersonales que te cascas en el blog! eres un autor reprimido! pierde tu virginidad con los libros de una vez ya!! XDDD
felipe en marzo 12, 2011 ·
Martin igual te gusta leer una carta abierta que un adulto escribió hablando de ese año que tu viviste a los 17:
CARTA ABIERTA DE RODOLFO WALSH A LA JUNTA MILITAR.
1. La censura de prensa, la persecución a intelectuales, el allanamiento de mi casa en el Tigre, el asesinato de amigos queridos y la pérdida de una hija que murió combatiéndolos, son algunos de los hechos que me obligan a esta forma de expresión clandestina después de haber opinado libremente como escritor y periodista durante casi treinta años.
El primer aniversario de esta Junta Militar ha motivado un balance de la acción de gobierno en documentos y discursos oficiales, donde lo que ustedes llaman aciertos son errores, los que reconocen como errores son crímenes y lo que omiten son calamidades.
El 24 de marzo de 1976 derrocaron ustedes a un gobierno del que formaban parte, a cuyo desprestigio contribuyeron como ejecutores de su política represiva, y cuyo término estaba señalado por elecciones convocadas para nueve meses más tarde. En esa perspectiva lo que ustedes liquidaron no fue el mandato transitorio de Isabel Martínez sino la posibilidad de un proceso democrático donde el pueblo remediara males que ustedes continuaron y agravaron.
Ilegítimo en su origen, el gobierno que ustedes ejercen pudo legitimarse en los hechos recuperando el programa en que coincidieron en las elecciones de 1973 el ochenta por ciento de los argentinos y que sigue en pie como expresión objetiva de la voluntad del pueblo, único significado posible de ese «ser nacional» que ustedes invocan tan a menudo.
Invirtiendo ese camino han restaurado ustedes la corriente de ideas e intereses de minorías derrotadas que traban el desarrollo de las fuerzas productivtas, explotan al pueblo y disgregan la Nación. Una política semejante sólo puede imponerse transitoriamente prohibiendo los partidos, interviniendo los sindicatos, amordazando la prensa e implantando el terror más profundo que ha conocido la sociedad argentina.
2. Quince mil desaparecidos, diez mil presos, cuatro mil muertos, decenas de miles de desterrados son la cifra desnuda de ese terror.
Colmadas las cárceles ordinarias, crearon ustedes en las principales guarniciones del país virtuales campos de concentración donde no entra ningún juez, abogado, periodista, observador internacional. El secreto militar de los procedimientos, invocado como necesidad de la investigación, convierte a la mayoría de las detenciones en secuestros que permiten la tortura sin límite y el fusilamiento sin juicio.
Más de siete mil recursos de hábeas corpus han sido contestados negativamente este último año. En otros miles de casos de desaparición el recurso ni siquiera se ha presentado porque se conoce de antemano su inutilidad o porque no se encuentra abogado que ose presentarlo después que los cincuenta o sesenta que lo hacían fueron a su turno secuestrados.
De este modo han despojado ustedes a la tortura de su límite en el tiempo. Como el detenido no existe, no hay posibilidad de presentarlo al juez en diez días según manda un ley que fue respetada aún en las cumbres represivas de anteriores dictaduras.
La falta de límite en el tiempo ha sido complementada con la falta de límite en los métodos, retrocediendo a épocas en que se operó directamente sobre las articulaciones y las vísceras de las víctimas, ahora con auxiliares quirúrgicos y farmacológicos de que no dispusieron los antiguos verdugos. El potro, el torno, el despellejamiento en vida, la sierra de los inquisidores medievales reaparecen en los testimonios junto con la picana y el «submarino», el soplete de las actualizaciones contemporáneas.
Mediante sucesivas concesiones al supuesto de que el fin de exterminar a la guerilla justifica todos los medios que usan, han llegado ustedes a la tortura absoluta, intemporal, metafísica en la medida que el fin original de obtener información se extravía en las mentes perturbadas que la administran para ceder al impulso de machacar la sustancia humana hasta quebrarla y hacerle perder la dignidad que perdió el verdugo, que ustedes mismos han perdido.
3. La negativa de esa Junta a publicar los nombres de los prisioneros es asimismo la cobertura de una sistemática ejecución de rehenes en lugares descampados y horas de la madrugada con el pretexto de fraguados combates e imaginarias tentativas de fuga.
Extremistas que panfletean el campo, pintan acequias o se amontonan de a diez en vehículos que se incendian son los estereotipos de un libreto que no está hecho para ser creído sino para burlar la reacción internacional ante ejecuciones en regla mientras en lo interno se subraya el carácter de represalias desatadas en los mismos lugares y en fecha inmediata a las acciones guerrilleras.
Setenta fusilados tras la bomba en Seguridad Federal, 55 en respuesta a la voladura del Departamento de Policía de La Plata, 30 por el atentado en el Ministerio de Defensa, 40 en la Masacre del Año Nuevo que siguió a la muerte del coronel Castellanos, 19 tras la explosión que destruyó la comisaría de Ciudadela forman parte de 1.200 ejecuciones en 300 supuestos combates donde el oponente no tuvo heridos y las fuerzas a su mando no tuvieron muertos.
Depositarios de una culpa colectiva abolida en las normas civilizadas de justicia,incapaces de influir en la política que dicta los hechos por los cuales son represaliados, muchos de esos rehenes son delegados sindicales, intelectuales, familiares de guerrilleros, opositores no armados, simples sospechosos a los que se mata para equilibrar la balanza de las bajas según la doctrina extranjera de «cuenta-cadáveres» que usaron los SS en los países ocupados y los invasores en Vietnam.
El remate de guerrilleros heridos o capturados en combates reales es asimismo una evidencia que surge de los comunicados militares que en un año atribuyeron a la guerrilla 600 muertos y sólo 10 ó 15 heridos, proporción desconocida en los más encarnizados conflictos. Esta impresión es confirmada por un muestreo periodístico de circulación clandestina que revela que entre el 18 de diciembre de 1976 y el 3 de febrero de 1977, en 40 acciones reales, las fuerzas legales tuvieron 23 muertos y 40 heridos, y la guerrilla 63 muertos.
Más de cien procesados han sido igualmente abatidos en tentativas de fuga cuyo relato oficial tampoco está destinado a que alguien lo crea sino a prevenir a la guerrilla y los partidos de que aún los presos reconocidos son la reserva estratégica de las represalias de que disponen los Comandantes de Cuerpo según la marcha de los combates, la conveniencia didáctica o el humor del momento.
Así ha ganado sus laureles el general Benjamín Menéndez, jefe del Tercer Cuerpo de Ejército, antes del 24 de marzo con el asesinato de Marcos Osatinsky, detenido en Córdoba, después con la muerte de Hugo Vaca Narvaja y otros cincuenta prisioneros en variadas aplicaciones de la ley de fuga ejecutadas sin piedad y narradas sin pudor.
El asesinato de Dardo Cabo, detenido en abril de 1975, fusilado el 6 de enero de 1977 con otros siete prisioneros en jurisdicción del Primer Cuerpo de Ejército que manda el general Suárez Masson, revela que estos episodios no son desbordes de algunos centuriones alucinados sino la política misma que ustedes planifican en sus estados mayores, discuten en sus reuniones de gabinete, imponen como comandantes en jefe de las 3 Armas y aprueban como miembros de la Junta de Gobierno.
4. Entre mil quinientas y tres mil personas han sido masacradas en secreto después que ustedes prohibieron informar sobre hallazgos de cadáveres que en algunos casos han trascendido, sin embargo, por afectar a otros países, por su magnitud genocida o por el espanto provocado entre sus propias fuerzas.
Veinticinco cuerpos mutilados afloraron entre marzo y octubre de 1976 en las costas uruguayas, pequeña parte quizás del cargamento de torturados hasta la muerte en la Escuela de Mecánica de la Armada, fondeados en el Río de la Plata por buques de esa fuerza, incluyendo el chico de 15 años, Floreal Avellaneda, atado de pies y manos, «con lastimaduras en la región anal y fracturas visibles» según su autopsia.
Un verdadero cementerio lacustre descubrió en agosto de 1976 un vecino que buceaba en el Lago San Roque de Córdoba, acudió a la comisaría donde no le recibieron la denuncia y escribió a los diarios que no la publicaron.
Treinta y cuatro cadáveres en Buenos Aires entre el 3 y el 9 de abril de 1976, ocho en San Telmo el 4 de julio, diez en el Río Luján el 9 de octubre, sirven de marco a las masacres del 20 de agosto que apilaron 30 muertos a 15 kilómetros de Campo de Mayo y 17 en Lomas de Zamora.
En esos enunciados se agota la ficción de bandas de derecha, presuntas herederas de las Triple A de López Rega, capaces de atravesar la mayor guarnición del país en camiones militares, de alfombrar de muertos el Río de la Plata o de arrojar prisioneros al mar desde los transportes de la Primera Brigada Aérea, sin que se enteren el general Videla, el almirante Massera o el brigadier Agosti. Las Triple A son hoy las Tres Armas, y la Junta que ustedes presiden no es el fiel de la balanza entre «violencias de distintos signos» ni el árbitro justo entre «dos terrorismos», sino la fuente misma del terror que ha perdido el rumbo y sólo puede balbucear el discurso de la muerte.
La misma continuidad histórica liga el asesinato del general Carlos Prats, durante el anterior gobierno, con el secuestro y muerte del general Juan José Torres, Zelmar Michelini, Héctor Gutiérrez Ruíz y decenas de asilados en quienes se ha querido asesinar la posibilidad de procesos democráticos en Chile, Boliva y Uruguay.
La segura participación en esos crímenes del Departamento de Asuntos Extranjeros de la Policía Federal, conducido por oficiales becados de la CIA a través de la AID, como los comisarios Juan Gattei y Antonio Gettor, sometidos ellos mismos a la autoridad de Mr. Gardener Hathaway, Station Chief de la CIA en Argentina, es semillero de futuras revelaciones como las que hoy sacuden a la comunidad internacional que no han de agotarse siquiera cuando se esclarezcan el papel de esa agencia y de altos jefes del Ejército, encabezados por el general Menéndez, en la creación de la Logia Libertadores de América, que reemplazó a las Triple A hasta que su papel global fue asumido por esa Junta en nombre de las 3 Armas.
Este cuadro de exterminio no excluye siquiera el arreglo personal de cuentas como el asesinato del capitán Horacio Gándara, quien desde hace una década investigaba los negociados de altos jefes de la Marina, o del periodista de «Prensa Libre» Horacio Novillo apuñalado y calcinado, después que ese diario denunció las conexiones del ministro Martínez de Hoz con monopolios internacionales.
A la luz de estos episodios cobra su significado final la definición de la guerra pronunciada por uno de sus jefes: «La lucha que libramos no reconoce límites morales ni naturales, se realiza más allá del bien y del mal».
5. Estos hechos, que sacuden la conciencia del mundo civilizado, no son sin embargo los que mayores sufrimientos han traído al pueblo argentino ni las peores violaciones de los derechos humanos en que ustedes incurren. En la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada.
En un año han reducido ustedes el salario real de los trabajadores al 40%, disminuido su participación en el ingreso nacional al 30%, elevado de 6 a 18 horas la jornada de labor que necesita un obrero para pagar la canasta familiar, resucitando así formas de trabajo forzado que no persisten ni en los últimos reductos coloniales.
Congelando salarios a culatazos mientras los precios suben en las puntas de las bayonetas, aboliendo toda forma de reclamación colectiva, prohibiendo asambleas y comisiones internas, alargando horarios, elevando la desocupación al récord del 9% prometiendo aumentarla con 300.000 nuevos despidos, han retrotraído las relaciones de producción a los comienzos de la era industrial, y cuando los trabajadores han querido protestar los han calificados de subversivos, secuestrando cuerpos enteros de delegados que en algunos casos aparecieron muertos, y en otros no aparecieron.
Los resultados de esa política han sido fulminantes. En este primer año de gobierno el consumo de alimentos ha disminuido el 40%, el de ropa más del 50%, el de medicinas ha desaparecido prácticamente en las capas populares. Ya hay zonas del Gran Buenos Aires donde la mortalidad infantil supera el 30%, cifra que nos iguala con Rhodesia, Dahomey o las Guayanas; enfermedades como la diarrea estival, las parasitosis y hasta la rabia en que las cifras trepan hacia marcas mundiales o las superan. Como si esas fueran metas deseadas y buscadas, han reducido ustedes el presupuesto de la salud pública a menos de un tercio de los gastos militares, suprimiendo hasta los hospitales gratuitos mientras centenares de médicos, profesionales y técnicos se suman al éxodo provocado por el terror, los bajos sueldos o la «racionalización».
Basta andar unas horas por el Gran Buenos Aires para comprobar la rapidez con que semejante política la convirtió en una villa miseria de diez millones de habitantes. Ciudades a media luz, barrios enteros sin agua porque las industrias monopólicas saquean las napas subtérráneas, millares de cuadras convertidas en un solo bache porque ustedes sólo pavimentan los barrios militares y adornan la Plaza de Mayo , el río más grande del mundo contaminado en todas sus playas porque los socios del ministro Martínez de Hoz arrojan en él sus residuos industriales, y la única medida de gobierno que ustedes han tomado es prohibir a la gente que se bañe.
Tampoco en las metas abstractas de la economía, a las que suelen llamar «el país», han sido ustedes más afortutunados. Un descenso del producto bruto que orilla el 3%, una deuda exterior que alcanza a 600 dólares por habitante, una inflación anual del 400%, un aumento del circulante que en solo una semana de diciembre llegó al 9%, una baja del 13% en la inversión externa constituyen también marcas mundiales, raro fruto de la fría deliberación y la cruda inepcia.
Mientras todas las funciones creadoras y protectoras del Estado se atrofian hasta disolverse en la pura anemia, una sola crece y se vuelve autónoma. Mil ochocientos millones de dólares que equivalen a la mitad de las exportaciones argentinas presupuestados para Seguridad y Defensa en 1977, cuatro mil nuevas plazas de agentes en la Policía Federal, doce mil en la provincia de Buenos Aires con sueldos que duplican el de un obrero industrial y triplican el de un director de escuela, mientras en secreto se elevan los propios sueldos militares a partir de febrero en un 120%, prueban que no hay congelación ni desocupación en el reino de la tortura y de la muerte, único campo de la actividad argentina donde el producto crece y donde la cotización por guerrillero abatido sube más rápido que el dólar.
6. Dictada por el Fondo Monetario Internacional según una receta que se aplica indistintamente al Zaire o a Chile, a Uruguay o Indonesia, la política económica de esa Junta sólo reconoce como beneficiarios a la vieja oligarquía ganadera, la nueva oligarquía especuladora y un grupo selecto de monopolios internacionales encabezados por la ITT, la Esso, las automotrices, la U.S. Steel, la Siemens, al que están ligados personalmente el ministro Martínez de Hoz y todos los miembros de su gabinete.
Un aumento del 722% en los precios de la producción animal en 1976 define la magnitud de la restauración oligárquica emprendida por Martínez de Hoz en consonancia con el credo de la Sociedad Rural expuesto por su presidente Celedonio Pereda: «Llena de asombro que ciertos grupos pequeños pero activos sigan insistiendo en que los alimentos deben ser baratos».
El espectáculo de una Bolsa de Comercio donde en una semana ha sido posible para algunos ganar sin trabajar el cien y el doscientos por ciento, donde hay empresas que de la noche a la mañana duplicaron su capital sin producir más que antes, la rueda loca de la especulación en dólares, letras, valores ajustables, la usura simple que ya calcula el interés por hora, son hechos bien curiosos bajo un gobierno que venía a acabar con el «festín de los corruptos».
Desnacionalizando bancos se ponen el ahorro y el crédito nacional en manos de la banca extranjera, indemnizando a la ITT y a la Siemens se premia a empresas que estafaron al Estado, devolviendo las bocas de expendio se aumentan las ganancias de la Shell y la Esso, rebajando los aranceles aduaneros se crean empleos en Hong Kong o Singapur y desocupación en la Argentina. Frente al conjunto de esos hechos cabe preguntarse quiénes son los apátridas de los comunicados oficiales, dónde están los mercenarios al servicio de intereses foráneos, cuál es la ideologia que amenaza al ser nacional.
Si una propaganda abrumadora, reflejo deforme de hechos malvados no pretendiera que esa Junta procura la paz, que el general Videla defiende los derechos humanos o que el almirante Massera ama la vida, aún cabría pedir a los señores Comandantes en Jefe de las 3 Armas que meditaran sobre el abismo al que conducen al país tras la ilusión de ganar una guerra que, aún si mataran al último guerrillero, no haría más que empezar bajo nuevas formas, porque las causas que hace más de veinte años mueven la resistencia del pueblo argentino no estarán dcsaparecidas sino agravadas por el recuerdo del estrago causado y la revelación de las atrocidades cometidas.
Estas son las reflexiones que en el primer aniversario de su infausto gobierno he querido hacer llegar a los miembros de esa Junta, sin esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso que asumí hace mucho tiempo de dar testimonio en momentos difíciles.
martu en marzo 12, 2011 ·
Gracias por compartir martín, sigo con atención este espacio y toda tu actividad pública.
me einteresa, enriquece. la intensidad c la q viviís c cosa me hace muchas veces pensar y reflexionar, aquí en esta Argentina que te ha dado y quitado tanto.
este relato en especial es impactante. un año q parece una vida, que sin dudas marcó cada uno de los años q siguieron.
saludos.
Gasón en marzo 12, 2011 ·
Gracias por compartir esto Martín! Me lo había perdido la primera vez,
Yo con mis 21 y nacido en democracia estoy cerca de unos 17 tremendamente distintos a los que se vivían acá hace no tanto tiempo y, si bien sobran películas y relatos sobre los tiempos de la dictadura, leer esto me acerco mucho más a entender de que se trató. Sobretodo viniendo de vos, que como buen lector del blog, me da la sensación de conocerte como a veces pasa con gente de la radio o TV.
Apoyo la idea del libro y estoy seguro, después de leer mucho el blog, que tu vida esta llena de experiencias maravillosas para compartir.
Pablo en marzo 13, 2011 ·
Martin, hace poco que te estoy siguiendo, me encanto el articulo!! ahora entiendo porque pensas de esta manera y mi infancia tiene muy cosas parecidas a las tuya, me considero muy emprendedor, obviamente no a tu nivel. Si bien recién, tengo 24 años, tengo un ejemplo, a seguir. ESE SOS VOS!!!
Espero poder conocerte algún día.
Abrazo grande. Desde Quilmes, Bs. As. Pablo!!
Daniel Tg en marzo 13, 2011 ·
En el ExMDSI del IE hemos visto recientemente el caso ‘Martin Varsavsky’ y esta biografía hubiera quedado muy adecuada como Anexo. ¡Ánimo con ese libro sobre entrepeneurship! Este Martes se celebra el ‘IE Digital Forum’ con un panel sobre ‘Tech Startups’, ¿vas a acudir?
Ana Oliva en marzo 13, 2011 ·
Hola Martin,
muy interesante. Hace tiempo te propuse escribir tu biografía.. para mi sería un placer.. y de un modo diferente a la edición tradicional, más acorde a los nuevos tiempos tecnológicos.
Espero colaborar contigo algún día, si no en este proyectos, en otro.
Por cierto, me gustó mucho tu reflexión sobre Bill Gates vs Steve Jobs.
http://www.anaoliva.com
Roberto Gajardo Branada en marzo 14, 2011 ·
Increíble relato Martin, una historia de vida que va mucho mas allá del hombre empresario que hoy todos conocen, en lo que no estoy de acuerdo es en tu decisión de no publicar un libro sobre como crear empresas teniendo en consideración las ventas alcanzadas, ya que mas allá de números y cifras personalmente no dudaría un segundo en adquirir dicha obra bajo la cual en base a tu experiencia relatas como es el proceso de emprender.
Saludos
Ezequiel de Olazabal en marzo 14, 2011 ·
Martín, que bueno tu relato. Me sorprende que a pesar de la diferencia de edad ( 10 menos que vos) haber vivido tan poco consciente de lo que pasaba a mi alrededor! Conste que yo también vivía en Las Heras 1975 pero en el 7 B si mal no recuerdo…. después nos mudamos al 1946.
Te felicito por el nivel de consciencia que tuviste a tus 17 años y cómo elegiste seguir tu camino.
Respecto a tu libro, imagino que conocerás a Hernán Casciari, periodista argentino que vive en Barcelona y desde su blog Orsai.es ha creado una editorial con un sistema de venta muy original, donde solo se imprimen las ediciones contra las ventas anticipadas (pagadas) de las revistas, y al mismo precio en todo el mundo.
Ahora están trabajando en el proximo libro de Horacio Altuna y no dudo que gracias al éxito de sus sistema, será también un éxito.
Espero que te sirva como recomendación.
Abrazo de un vecino desconocido! Ezequiel
Martin Varsavsky en marzo 14, 2011 ·
saludos vecino
Federico Prieto en marzo 14, 2011 ·
Martin, ahí comentas que a los 17 tu país más admirado era Suecia? Y ahora? en estos tiempos admiras a alguno en especial? Saludos!
Martin Varsavsky en marzo 14, 2011 ·
ahora admiro a Suecia 🙂
Stefano Vettorazzi Campos en marzo 15, 2011 ·
Hola Martin,
no tendrías que ver el número de ventas que vas a tener (aunque 5000 ya es rentable), sino la inspiración, aliento, o entusiasmo, que generaras en quienes lo lean.
Y pasarlo por una editorial, quizás no sería necesario, porque abriéndote una cuenta en Amazon y vendiéndolo por ahí, todo el mundo va a tener acceso (o al menos los lectores de tu blog que consideren comprarlo). Además de lo bueno de que te los imprimen a demanda, etc.
Habría que comparar la rentabilidad que te pueden dar las dos opciones.
Pero seguro no sera tiempo tirado a la basura.
Ricardo Toma en marzo 16, 2011 ·
Hola Martín:
En primer lugar muy bonito y emotivo el relato. Gracias por compartirlo de manera tan abierta y sencilla.
Con respecto a los libros, creo que debe haber otra gente por allí como yo que compra libros, de negocios o no, directamente en Amazon.
niunpelodetonta en marzo 16, 2011 ·
Hola Martin. Hace mucho tiempo que no entraba en tu blog. Me encuentro con este artículo y me emocionaste. Mucho. Una vida, la tuya, marcada por las despedidas, un continuo cambio de sitios, de gente, de costumbres… Muchos (lo se) te critican porque tenes mucho dinero y empresas y sienten que lo refregas por la cara de todos. Yo te descubro como un tipo sencillo y que no olvida sus raices. Y eso tambien siempre lo decia mi padre, para saber donde ir nunca hay que olvidar de donde venimos… Un saludo grande Martin
Diego Alvarez en marzo 17, 2011 ·
Estoy temblando… cuantas cosas en comun (familiar desaparecido, materias libres, viaje a brasil, a uruguay, padres separados y vivir con tu viejo…)!!!. Seguramente muchos argentinos pasamos por situaciones similares. Impresionante relato. Gracias Martin, un abrazo.
Lucas Costantini en marzo 17, 2011 ·
Martin,
Tengo 37 años. De casualidad caí en tu Blog. No acostumbro a dejar comentarios pero tu relato me pintó claramente como se vivía en esa época.
Saludos.
brunoahum en marzo 17, 2011 ·
Esta bueno que compartas estas experiencias, verdaderamente entre a este blog por casualidad por una nota de un diario en Arg. en donde salen tus comentarios sobre Jobs, me interese por saber sobre vos y llegue aca encontrando cosas interesantes.
Matias Sebastian Gemelli en marzo 20, 2011 ·
La verdad que Martin sos una ejemplo a seguir y tambien como emprendedor he leido tu biografia , la de Bill Gates , en mi caso que estoy por emprender un negocio de internet , como mercadolibre o deremate , tambien he leido la biografias de alec oxenfold(ex De remate , dineromail y ahora olx ) y Marcos Galperin (mercadolibre) , Jose Grippo del buscador grippo , es todo como nuevo para mi, ya que me dedico a otra cosa ,en el area de la construccion en el partido de san Martin ,Provincia de Buenos Aires pero siempre me gusto la internet como para emprender un negocio, es por eso que atraves de la UTN con un amigo salio la idea de hacer un sitio de subastas o ventas por internet que se llama http://www.remateglobal.com , todavia estamos en preparativos pero espero poder tener la pasta o lo que se necesita para lograr un negocio con exito, ya lo logre en el area de construccion pero como buen emprendedor , no nos podemos quedar quietos y tenemos y necesitamos seguir haciendo y creando cosas de la nada.
como me dijo mi viejo , no importa cuanto dinero tengas , yo te puedo dejar 1,2 o tres cosas , pero lo que te voy a dejar bien es el nombre y que tu viejo dejo un granito de arena en esta vida que de por si es solo un momento.Lo importante son los granitos de arena.
Saludos
Matias Gemelli , Buenos Aires Argentina.
Juan Pablo Vila en abril 3, 2011 ·
Gracias señor por compartir esto tan personal, me conmueve realmente y me permite comprender mejor, lo que Ud lleva dentro…que, aunque no me lo crea.. siempre sale en cada articulo que escribe, el joven de 17, vuelve a escaparse en cada momento, pero me alegra aun mas el hecho de que hable de perdon, palabra fundamental para poder seguir adelante, Ud señor se salvo y por haberse salvado hoy muchos niños y jovenes en varios paises del mundo tienen una oportunidad, aunque por supuesto siempre vuelven los «tiranos de turno» a intentar eternizarse en el poder y a querer dominar a sus «masas sin cerebro», contra eso, afortunadamente existe el internet y como Ud.dijo… Hoy es mas dificil ocultar fatalidades. Que le vaya bien señor y gracias de nuevo.
dgiol en abril 4, 2011 ·
Hola Martín,
Has pensado en escribir una autobiografía pero con un cierto sesgo hacia tu perfil de emprendedor ?
Algo como la autobiografia de Richard Brandson o «The art of the deal» de Donald Trump ? De esa manera podrás compartir no solo tu vida pero también mucho valor sobre tus experiencias, problemas que enfrentaste, miedos, retos, etc.
De alguna manera atacarías a la vez dos cosas que nombras en este post: escribir el libro y tratar de mejorar el bajo nivel de emprendimientos en Espana (inspirando a algunos lectores), es decir, matarías dos pajaros de un tiro.
Ana María en abril 5, 2011 ·
Que diablos tiene que ver el holocausto judio con la persecusión de los militares.
Aunque ahora ,en Argentina haya judios bastante embromados con el país en el gobierno (o que compromete hasta mis propios hijos que llevan apellido de ese orígen) ,la persecusión de los militares del PROCESO nada tuvo que ver con lo ANTIJUDIO.
En primer lugar los grupos MONTONEROS tuvieron orígen hasta digamos quasi nazis.Conocí a muchos dirigentes guerrilleros montoneros y te puedo asegurar que muy pro judios no eran.
QUE AHORA LA MINISTRA DE DEFENSA Y ABAL MEDINA SE LLEVEN BIEN CON VERBITZKY TIMMERMAN ESCUDE FEIMANN etc etc RESPONDE A OTRAS ESTRATEGIAS.
Pero sus orígenes eran de uno y otro extremo.
En esos momentos no me achiqué ante los militares y busqué gente desaparecida.
Nos arreglábamos como podíamos en esos momentos un tanto peligrosos para ser eficientes.
Varias veces ,con gran humildad ,tuve que buscar conectarme con HARRINDEGUY -quien escuchaba mucho cuando se trataba de gente de la comunidad judia-y gracias a eso se afianzaron habeas corpus.
Ana María en abril 5, 2011 ·
Tú lo dices ,en otro post me dicen que no veo el bosque solo el árbol.
Has iniciado en el gobierno de la alianza LA EDUCACION ARGENTINA que actualmente sirve de sostén al gobierno.
Un gobierno que es una mixtura entre los HUMAN RIGHT de la CLINTON(cabeza del loby de acreedores privados de la República ARGENTINA)y gente que se sienta al lado del EMBAJADOR DE IRAN.
Luego dirán que de lo que pase son culpable los nazis argentinos?
Ahora ya los militares no roncan ,quienes serán:los chacareros con trabuco?
Ana María en abril 7, 2011 ·
Habría que explicarle a los españoles que el GRUPO GRAIVER que ahora quiere resucitar de la mano del gobierno de CRISTINA tenìa serios APRIETES DE MONTONEROS por deuda dineraria.Administraba LOSFONDOS MONTONEROS
Es largo de contar pero ese grupo tenía vinculaciones con grupos guerrilleros(creo que los españoles no simpatizan mucho con la guerrilla ETA NO?)equivalentes a ETA.
Timmerman ,el papá de tus AMIGOS ,vino al país creyendo que SE IBA A SALVAR POR INFLUENCIA INTERNACIONAL O SEA DEL COMITE JUDIO pero resulta que acà LOS NAZIS QUE COMO AHORA LOS DEJAN AVANZAR BASTANTE lo cazaron haciendo entrar en su persecución a otros milicos(no nazis) en el problema de la lucha contra las avanzadas guerrilleras .Que no se si no fueron planeadas por todos los SOBREVIVIENTES DIRIGENTES QUE NOS GOBIERNAN para hacer desaparecer pobres perejiles subalternos.De allí las tiradas al río y los incendios de autos con chicos carbonizados adentro(no se porqué de eso no se acuerda nadie).
Hasta un pariente de mi marido ,que era presidente de DAIA durante todo el PROCESO DE REORGANIZACION NACIONAL( y ACLARANDO QUE DURANTE EL PROCESO NO HUBO VOLADURAS DE EMBAJADAS NI DE CENTROS JUDIOS)fué vìctima de calumnias sobre su proceder y murió a consecuencia de los disgustos de problemas serios al cerebro.La causa de los ataques es por el problema TIMMERMAN.
Hay que agregar que ahora TIMMERMAN hijo (el hermano de tu amigo)como no le dieron caramelos POR DESIMPUTAR A SIRIA DE LO DE AMIA Y CULPAR A IRAN (supongo se los tendría que dar el grupo CLINTON)parece que se enojò Y AHORA QUIEREN PERDONAR A IRAN y volver al excelente tratado de comercio que tenía ARGENTINA desde la época del SHA PALEVHI,
Lo peor es que ahora tenemos AL EMBAJADOR DE IRAN junto a un PIQUETERO iniciando campaña proselitista con ALTOS dirigentes KIRCHNERISTAS.
Por otro lado la educación del país DESNACIONALIZADA con tu amigo FILMUS y UNA SARTA DE KIRCHNERISTAS JUDIOS HABLANDO O QUERIENDO J…..a los productores rurales.
Te aviso que ya la gente pequeños productores rurales SE ESTAN CANSANDO y dicen textuales palabras.A ESTOS JUDIOS DE M…..HAY QUE MATARLOS A TODOS.
QUEDAS DEBIDAMENTE NOTIFICADO.
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Roger Domingo en marzo 12, 2011 ·
Martin, un placer verte ayer.
Sólo un apunte: como bien comentas, la cifra media de venta de un libro de empresa exitoso se sitúa entre los 5k y 10k. Cuando llega a estas cantidades se considera que ha funcionado razonablemente bien.
No obstante, como en todo hay excepciones, y cada año hay bestsellers que alcanzan cifras mucho más altas, pudiendo llegar a los 50k o incluso a los 100k.
Un Abrazo,
Roger
Martin Varsavsky en marzo 12, 2011 ·
Gracias por la aclaración Roger. Me lo estoy pensando.