Es difícil resumir la cantidad de emociones vividas en la cumbre. En general estoy muy contento con los resultados y por haberme asociado al Club de Madrid. Pero hoy, luego de leer el artículo de Casimiro Garcia Abadillo que publicó El Mundo (Contra el terror, una cumbre) veo las críticas válidas que se nos pueden hacer.
Diego Hidalgo, mi socio en filantropía en este caso, es una gran persona. Pero aunque sé -porque le conozco- que él no piensa que el ser accionista de Prisa y miembro del Consejo influyera sobre la cobertura de la Cumbre, creo que debería haberse equilibrado la presencia de Juan Luis Cebrián de El Pais en el panel sobre los medios con gente del diario El Mundo.
También creo que el Club de Madrid cometió un error en su política de acceso a la prensa. Era muy restrictiva. Desde mi fundación pretendemos reparar ese error y para ello comenzamos a colgar todo el audio en el sitio de la Cumbre, ello significa 35 horas de discursos, preguntas y respuestas. Así, cualquier persona del mundo dotada de una gran paciencia podrá revivir la conferencia o parte de ella.
Ahora quiero ir mas lejos en la autocrítica. Casimiro, hay otras cosas que hicimos mal y que no mencionas. Hubo un problema que yo llamaría «de micrófono». En general estoy en contra de poner a jefes de estado en el escenario a dar discursos sin que nadie les cuestione. ¡Y esto lo hicimos mas de 12 veces!
Si, es verdad que ellos pidieron ese método, pero nosotros no tendríamos que haberles permitido hacerlo. Una de las reglas principales del Taller de Atocha, el encuentro post cumbre que hicimos en Atocha el 11M, era que nadie podría dar un discurso sin que un periodista duro como, por ejemplo, Joshua Ramo, ex editor de la revista Time, les diera «caña».
Si un presidente quiere dar un discurso que lo dé, pero que luego se le puedan hacer preguntas y respuestas por parte de periodistas o simplemente del público. Ahora sí, lo que no voy a compartir contigo, Casimiro, es la visión general de la cumbre como un esfuerzo para «llenar hoteles de lujo».
Casimiro, donde sí tuvimos razón Diego y yo, los impulsores de este esfuerzo, es que nadie había hecho hasta ahora una cumbre sobre cómo las democracias deben luchar contra el terrorismo sin perder su espíritu de democracia. En nuestra cumbre no sólo debatimos intensamente el tema sino que producimos la Agenda de Madrid que es el primer documento que trata de explicar seriamente cómo las democracias deben enfrentar el terrorismo, respetando las libertades civiles y los derechos humanos, un tema muy, muy importante en todo el mundo y especialmente en España.
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