President George W. Bush signs the Homeland Security Appropriations Act of 2004.Image via WikipediaAnoche tuve el placer de cenar en mi casa de Madrid con Price Roe, del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos (“Department of Homeland Security”, Departamento de Seguridad de la Patria, literalmente). Dados mis negativos puntos de vista sobre la Administración Bush, el tener a Price como huésped ha sido todo gesto de tolerancia política por mi parte, si bien hay dos aspectos a su favor. Uno es que nos conocimos a través de mi amigo Auren Hoffman, y, el otro, que su Departamento se encarga de todo lo que acontece dentro de las fronteras de Estados Unidos. Si hay que hablar de algún éxito desde el 11-S, ése es que no ha habido otro ataque en suelo americano.

Price y su jefe, Michael Chertoff, el Secretario del Departamento de Seguridad Nacional, algo debían estar haciendo bien, y decidí que tenía que aprender algo de ello. Parece lógico, dado que uno de los focos de atención de mi fundación, Safe Democracy, ha sido el terrorismo y cómo acometer su prevención.

Así que, sin conocerle, invité a Price Roe a casa, y los resultados del encuentro fueron simplemente fascinantes: no es sólo una gran persona con la que tratar, sino que gracias a su visita y a nuestras conversaciones aprendí muchísimo sobre los desafíos que encaran las agencias de seguridad en Estados Unidos. Nuestra cena se convirtió en una de esas cenas al estilo español que empiezan a las 9’30 de la noche y que se estiran hasta las 3 de la madrugada. Los estadounidenses, que casi nunca tienen cenas tan largas ni conversaciones infinitas, logran aguantar en España gracias a que el jetlag juega a su favor. Cuando son las 3 de la madrugada en Madrid, son las 9 de la noche en Washington (que es precisamente la hora a la que terminan las cenas allí). Todo lo que han de hacer cuando vienen aquí es seguir con el horario de Washington.

¿Qué hace el Departamento de Seguridad Nacional? La primera sorpresa es que se encarga tanto de la gestión de desastres naturales, como el Katrina, como de la gestión de desastres provocados por el hombre, como el 11S. Además, controla las fronteras estadounidenses, así como otras tareas. En total son 200.000 empleados, los cuales están previamente distribuidos entre otras muchas agencias y que ahora actúan sincronizados.

Por ejemplo, hasta hace poco, el Departamento de Estado, que es el que emite las visas, no estaba coordinado con los Servicios de Inmigración y Ciudadanía de Estados Unidos, cuyas tareas solía acometer el Departamento de Justicia. Existen muchos casos como éste. El Departamento de Seguridad Nacional también ha asumido el Servicio Secreto, que por alguna razón pertenecía a la Tesorería. Wikipedia recoge una buena descripción de lo que es ahora la Seguridad Nacional. De forma interesada, FEMA es ahora parte de la Seguridad National, y Price Roe fue nombrado tras el fracaso en la gestión del Katrina para ayudar a dinamizar la agencia y que estuviera realmente preparada para otro desastre natural.

De los muchos temas que tratamos anoche, me gustaría centrarme en uno en particular, y que es un reto específico que la Seguridad Nacional afronta en Estados Unidos junto a sus colegas europeos. Básicamente, este desafío se resume en el hecho de que los europeos tienen, en general, un punto de vista más favorable respecto a sus gobiernos.

Históricamente, los estadounidenses no han tenido una visión de su propio gobierno tan positiva. Los gobiernos europeos, como resultado del auge del terrorismo y el crimen que se inició en los años 60 (en las últimas cuatro décadas, Europa ha tenido grupos terroristas alemanes, italianos, franceses, británicos y españoles operando en diferentes épocas) han implementado una serie de medidas nacionales y paneuropeas que los americanos empiezan ahora a intentar aplicar con gran dificultad. Por ejemplo, ¿han notado que Estados Unidos es un país al que es excepcionalmente entrar, pero del que es increíblemente fácil salir? Estados Unidos es el único país que conozco en el que sólo se encuentran funcionarios de aduana en la entrada. En Europa te detienen también en la salida, así que, en caso de haber cometido un crimen, te aplican la ley en el momento. De todos modos, Price me contó cuán duro resultó y aún resulta convencer a las líneas aéreas para que acepten un sistema mediante el cual la gente que abandona el país tenga que pasar también un control de pasaporte.

Lo anterior es tan sólo una muestra de las sencillas medidas que tenemos en Europa y que son bien ilegales, bien inconstitucionales o prácticamente imposibles de implementar en América. En Reino Unido, por ejemplo, los operadores de telecomunicaciones deben cumplir con la RIPA (“Regulation of Investigatory Powers Act”), una ley tan estricta que hace que la Ley Patriótica (“Patriot Act”) norteamericana parezca inofensiva. RIPA hace que los servicios secretos británicos puedan investigar criminales sospechosos y terroristas cuando se conectan a internet. Es algo que no tenemos que hacer en Estados Unidos. Pero es tan sólo un ejemplo menor.

Otro caso: en Estados Unidos no se ha alcanzado ningún acuerdo sobre cómo debería ser el documento nacional de identidad, aun cuando el Congreso ha sacado una ley que exige la creación de dicho documento de identidad. Price compartió conmigo un montón de anécdotas que ilustraban cuán difícil es para el Gobierno Federal convencer a cada Estado de que debe cumplir esta ley. La clave reside en la presión: cuando el Gobierno Federal decidió subir la edad legal para ingerir alcohol a los 21 años, se le dijo a cada Estado que el cumplimiento era voluntario, pero que si no cumplían con la normativa, perderían los fondos para las carreteras federales.

Sin embargo, ¿qué puede hacer el Gobierno Federal respecto al documento nacional de identidad? Como resultado de la ausencia de dni, a la policía nacional le lleva mucho tiempo la simple confirmación de la identidad de la gente. En España, ahora tenemos un dni electrónico que es extremadamente difícil de falsificar y que es legible por máquina. Estados Unidos ha hecho gestiones para lograr que sus pasaportes sean legibles también por máquina, pero sólo el 18 por ciento de la población tiene pasaporte, según Price, y, naturalmente, casi nunca disponen de ellos cuando están dentro del país. También hay otras muchas acciones que las órganos legales europeos pueden tomar y que los americanos no.

La policía europea puede obligar a los coches a detenerse por cualquier motivo. La policía estadounidense sólo puede hacerles parar si han cometido alguna violación de las normas de tráfico. La policía europea puede arrestar a la gente sólo por no llevar consigo su dni. La policía estadounidense sólo puede tomar esta medida si alguien comete un delito sin llevar su dni, pero el no llevar el documento nacional de identidad no supone un delito en sí mismo. Es más, las fuerzas de seguridad europeas han instalado cámaras de vídeo a lo largo y ancho de las principales ciudades europeas, y constantemente graban a sus ciudadanos. Un ejemplo extremo es Londres. Según Price, en tanto que tales cámaras existen, sería muy difícil lograr que los americanos aprobaran su implementación.

Mientras escuchaba a Price, pensaba que, en un mundo ideal querría ser estadounidense, receloso de un gran gobierno demasiado complicado. De todos modos, estando las cosas como están, y con la amenaza que supone que los terroristas puedan armarse con dispositivos nucleares en un futuro no tan lejano, si tuviera que elegir, preferiría ser espiado por un gobierno en el que pueda influir y votar a que una organización terrorista me haga volar por los aires. Habiendo dicho esto, quiero dejar claro que las libertades individuales son muy importantes, y creo que, por ejemplo, el Reino Unido, está yendo demasiado lejos en el sentido de ignorarlas.

Zemanta Pixie