De todas las personas que conozco soy el que probablemente más cosas se hacer… pero, al mismo tiempo, el menos profesional. Me explico. Soy como un amateur crónico, perenne, incesante. En lo único que me considero profesional es en el tema de creación de nuevas empresas, como Viatel, Jazztel, Ya.com y Fon. Pero salvo, en el tema de emprender, soy un amateur en muchas otras cosas que me encanta hacer. Invado el campo de muchos profesionales que se dedican sólo a estas actividades, mientras que yo soy un visitante ocasional en su mundo, un amateur.

Mi carrera de amateur es interminable.

Empiezo por lo más normalito. Me encanta cocinar y lo hago razonablemente bien, hasta el punto que a la gente le gusta lo que cocino, pero está claro que hay muchísimos cocineros que son mucho mejores que yo.

Además de cocinero he sido diplomático durante 4 años (embajador) de Argentina en épocas de su peor crisis. Hice lo que pude, lo mejor que pude para ayudar a mi país durante su enorme quiebra e inclusive tengo un título en Relaciones Internacionales de la Universidad de Columbia. Pero no era un embajador de carrera.

¿Y qué sobre mi faceta de piloto? Si, tengo licencia de piloto privado y la certificación para volar mi avión, un Citation Jet. La conseguí luego de haber rendido 11 exámenes y estudiado muchísimas horas. Pero, nuevamente, tengo en claro –aunque no por ello disfruto menos de volar mi jet– que soy un piloto amateur. Los dos pilotos que empleo saben mucho más sobre el tema que yo.

¿Y acerca de navegar? He navegado desde que era un adolescente, actualmente navego unos 30 días al año por el Mediterráneo y el Caribe en el Aphrodite. Se bastante sobre navegación, pero sigue siendo poco comparado a lo que saben los capitanes profesionales.

Y la lista continúa. Escribo para distintos periódicos y revistas del mundo y lo he hecho desde que estudiaba en la universidad en Nueva York, cuando era corresponsal para medios de Argentina, como Ambito Financiero, y de España. Pero, ¿soy un periodista? A pesar de que algunos de mis artículos han sido publicados en libros, en El Pais, en El Mundo, La Nación, Newsweek, Noticias y que mi blog es leido por unas 300 mil personas al mes, no me considero un periodista profesional, ni un escritor.

Otra de las cosas que hago es organizar eventos y conferencias, algunos de ellos muy grandes, como el de mi fundación Safe Democracy o el Menorca TechTalk. Pero, a pesar de que dedico una importante cantidad de tiempo en organizarlos, conozco a muchas personas –entre ellas Klaus Schwab— que trabajan en esto y son profesionales de la materia. Y, si bien hasta Jefes de Estado han asistido a las conferencias y eventos que he organizado, no soy un Klaus Schwab, que es un verdadero profesional y dedica su vida a organizar conferencias.

Y en cuanto a hablar en conferencias, me han pagado en alguna ocasión hasta 14 mil euros (dinero que he donado) por dar charlas de una hora, pero he decidido hace ya mucho tiempo que solo hablaría en los eventos que me interesan y me divierten y que lo haría como amateur, sin cobrar un céntimo. De alguna manera me siento incómodo cuando cobro por hablar frente a cierto público, siento que mi libertad de expresión para decir lo que quiero se ve coartada. Así que ahora hablo en unas 30 conferencias al año, pero sigo sin considerarme un conferenciante profesional.

También está mi faceta de profesor ya bastante desarrollada. Hace 10 años que enseño en el Instituto de Empresa todos los otoños. Enseño creación de empresas en un curso muy original que inventé, en el que los alumnos se ponen notas entre ellos comprando fracciones de notas en un mercado libre que creo en la clase. En el Instituto de Empresa me consideran profesor y me siento orgulloso de ello, pero realmente profesor es alguien como mi amigo Enrique Dans, yo soy un profesor amateur.

Supongo que el denominador común en todo lo que hago no es convertirme en un profesional, sino que es la enorme curiosidad y carencia de miedo en probar y explorar cosas nuevas.

También debo decir que tengo esa necesidad de ser el jefe de todo lo que hago, lo que probablemente sea una especie de enfermedad, por llamarlo de alguna manera. Entonces, cuando voy en auto quiero conducir, en mi velero quiero guiar, en mi avión quiero pilotar, en la cocina quiero cocinar. Se que debo relajarme, confiar en otros, pero aunque haya otro haciendo cosas para mi, para mi es fundamental sentir que si tengo que arreglármelas solo, puedo.

Ser bloguero es un paso en este sentido. Yo solía escribir mucho más para periódicos y revistas de lo que lo hago ahora, y se que de continuar haciéndolo, probablemente tendría muchos más lectores que los 300 mil mensuales que tengo hoy escribiendo en mi blog. Pero escribir lo que quiero, cuando quiero, es mucho más importante para mi que ser leído por más personas. Prefiero publicar en el Huffington Post –que me da una libertad absoluta– que escribir, por ejemplo, para Newsweek, ya que una vez lo hice y luego tuve que lidiar durante días con un editor que me pedía que saque algunas palabras y que ponga otras, cambiando de esa manera la idea de lo que había escrito originalmente. Sí publico para la Revista Noticias, líder en Argentina, pero eso es porque están lo suficientemente locos como para publicarme un artículo de 9 páginas sin editar una sola palabra 😉 Y supongo que a los lectores les gusta lo que escribo porque me han pedido de Noticias que escriba un nuevo artículo.

En resumen, hago las cosas desde el amor que me provocan y, probablemente, desde un deseo algo enfermizo de querer ser el amo de mi propia vida. No me interesa el profesionalismo en si. No quiero llegar a hacer pocas cosas muy bien. Me gusta la variedad, poder ir cambiando, aprendiendo, probando cosas nuevas. Si el que mucho abarca poco aprieta, me quedo con abarcar mucho.