Esta mañana tuve reuniones diferentes con 5 emprendedores argentinos. Maximiliano Fernández, Fabian de la Rúa, Marcelo Sucevich, Santiago Bilinkis y Eduardo Elsztain. El comentario general que escucho por aquí es la gran sorpresa de ver que el mundo se «argentinizó». Este comentario en el que se fusiona el gran ego de los argentinos con la realidad global, muestra que los argentinos parecen estar especialmente preparados para entender que la conexión entre las finanzas y la economía es cada vez más tenue.

Encontré a los empresarios argentinos mucho menos sorprendidos por la crisis global y mejor preparados para sobrevivirla que mis amigos empresarios europeos o norteamericanos. Como en Argentina se ha vivido casi sin crédito por muchos años, los empresarios argentinos saben generar caja y vivir de ella.

Las 5 empresas que dirigen estos empresarios son rentables y/o no tienen deuda (o tienen muy poca). En el caso de Eduardo Elsztain, que controla Alto Palermo, IRSA y Cresud el EBITDA o cash flow (medidas de rentabilidad de la empresa) es de 130 millones de dólares y su deuda es de 3 veces cash flow.

La situación de Elzstain es muy peculiar. Por un lado tiene las mejores propiedades inmobiliarias de la Argentina como edificios de oficinas, hoteles, campos, centros comerciales y complejos residenciales y, por el otro, las acciones de sus empresa bajaron un 80%. Pero la paradoja es que su rentabilidad bajó muy poco. Digamos un 10%. Y aunque bajara un 30%, igual no hay justificación para que sus empresas coticen a 4 veces EBITDA, salvo la terrible combinación del riesgo Argentina sumado al riesgo inmobiliario global.

Mi opinión, y antes de decirla aclaro que puedo estar totalmente equivocado, es que luego de pasarme 90 minutos estudiando la situación de las empresas controladas por Eduardo que si vale la pena comprar sus acciones. Además cotizan en la bolsa de Nueva York bajo los símbolos IRS y CRESY.

Aclaro que yo compré unas acciones de CRESY, pero que son una parte muy chica de mi cartera.